Capítulo 1

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LEA BONNET

«Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante»

Agatha Christie

No paraba de pensar en lo sucedido, ¿dónde iba a encontrar a ese tal Aster Michel? Este pensamiento me atormentaba y me impedía concentrarme en mi lectura al cien por ciento. Con el poco tiempo que tenía para cuidar de mi madre, solo me faltaba perderlo buscando al chico de ojos verdes. ¡Ni siquiera tenía tiempo para mis estudios!

—coof coof

La tos seca y enfermiza de mi madre resonó en el pequeño salón de la casa, interrumpiendo por segunda vez mi lectura de "Muerte en el Nilo" de Agatha Christie, una de mis novelas favoritas que no paraba de leer una y otra vez. Mi madre lucía cada vez más pálida mientras intentaba entrar en calor, retorciéndose bajo la humilde sábana que cubría la mitad de su cuerpo, rota y llena de hoyos.

Nuestra situación económica no era la mejor, el dinero escaseaba. La enfermedad de mi madre avanzaba rápidamente y no podíamos hacer nada al respecto. Me sentía saturada y deseaba que todo esto terminara de una vez por todas.

—¿Cuándo tienes la cita con el doctor, mamá?

Mi madre acudía mensualmente a consultas médicas para tratar su enfermedad, aunque todavía no se sabía exactamente qué le sucedía.

—La cita está por confirmar, cariño —respondió con voz ronca debido al resfriado—. Por ahora me han recetado medicamentos para el catarro y otros para descartar problemas en el hígado.

—Está bien —dije, levantándome y colgándome la mochila de la universidad—. Esta tarde pasaré a recoger tus medicamentos. Por favor, procura no beber mucho mientras no esté aquí. Nos vemos.

—Hasta luego, Lea.

Sabía que al regresar a casa esa noche encontraría a mi madre embriagada hasta los ojos, pero intenté pasar la mañana de la mejor manera posible.

Mientras esperaba el autobús de todas las mañanas, con el olor a sudor del chico de la obra que lo tomaba diariamente, mi tensión se desvaneció al ver a mi mejor amiga, Coraline, acercándose, la típica chica rubia de ojos azules que todo el mundo envidiaba. Salí corriendo para abrazarla con ilusión y emoción, sintiendo su aroma a jazmín a metros de distancia.

—Hola, ¿cómo te fue ayer? —preguntó Coraline, mi amiga de toda la vida, siempre presente en los buenos y malos momentos.

—¡No te lo vas a creer! —exclamé emocionada—. Encontré a un chico en la parada del tren que también le gusta Agatha Christie, la mismísima Agatha, Coraline.

—Oh, vaya, ¿otra rata de biblioteca como tú? —comentó con sarcasmo.

Coraline solía ser desagradable en ocasiones, especialmente cuando se trataba de mi amor por los libros. Me trataba como si fuera inferior a ella y, en ocasiones, llegaba a ridiculizarme delante de sus amigos para quedar bien.

—Lo curioso es que encontré su tarjeta de identificación en el suelo —dije, ignorando su comentario y tendiéndole la tarjeta—. Y estoy intentando encontrarlo.

—¡Pero si está cañón, tía!

—Rodé los ojos ante el comentario de Coraline— ¿No puedes pensar en algo más que no sea eso? El chico tiene otras virtudes aparte de su físico, que, para ser honesta, tampoco es para tanto.

—Eres tan aburrida, cuatro ojos —espetó, mostrando desinterés al voltear los ojos—. Cuando lo encuentres, preséntamelo. Estoy bastante interesada en conocer a ese tal "Aster Michel" —hizo énfasis en el nombre al hacer comillas con sus dedos. —¿Y por qué simplemente no vas a dejarlo a la comisaría para que ellos se encarguen?

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⏰ Última actualización: Jul 15 ⏰

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