¿De donde vino?

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Un nuevo día comenzaba en Karmaland, los heroes despertaban luego de una agitada y agotadora noche cerrando los portales que algunos mobs habían creado hacía el Enderworld, el más cansado era el amante de morado; Mientras se obligaba a si mismo a levantarse el abrumador silencio de su castillo lo invadía quitandole las ganas de siquiera hacer algo.

Sentado en su cama mientras tenía la mirada perdida en la pared lejana de enfrente, se incorporo pisando a pie descalzo el frío suelo y se estiro, algunos de sus huesos crujieron levemente y sintió como sus músculos le resentian por la actividad no querida.

Mientras analizaba su alrededor y abría la puerta de su cuarto pensando que desayunar, un llanto interrumpio cualquier pensamiento y la sorpresa lo domino; ¿Un bebé?, ¿¡Quien fue el idiota que dejo un bebé en su castillo!? Era un peligro latente, la caida desde la montaña en la que el vivía podía romper todos los huesos de un infante hasta volverlo menos que papilla.

Calzandose las pantuflas que descansaban a un costado de su puerta y tomando el chandal que estaba encima de el golem que tenía que cuidar su casa, hecho a correr a la puerta con una mueca de panico en su cara, ¿Cuanto tiempo podía llevar ese bebé ahí, y como no lo escucho hasta ese momento? Finalmente llego a la puerta y la abrió, encontrando unos aguados y enormes ojos de tonalidad violeta mirándole con miedo.

Aquel pequeño cuerpo temblaba entre hipidos incontrolables, su piel se veía increíblemente pálida e incluso de una tolalidad amarillenta, su pequeña carita de veía mas delgada de lo que consideraba normal en un infante y sus rodillas, codos, brazos y piernas estaban llenos de cortadas, golpes y raspones que se veían lo suficientemente mal como para hacerle pensar que sus heridas estaban infectadas.

Murmuros inentendibles escapaban de sus labios, en cuanto sus ojitos enfocaron al héroe de vestimentas moradas hizo el amago de levantarse con desesperación mientras sus llantos aumentaban.

Sus piernas dolian, no se podía mover y como ultimo recurso desesperado extendió sus cortas extremidades hacía el héroe buscando consuelo en brazos del fornido hombre.

Vegetta entendió el gesto y se apresuro en tomarla con el mayor cuidado que le era posible, su corazón dolía y pesaba al ver la precaria imagen de aquella desesperada y llorosa niña; No recordaba haberla visto nunca en el pueblo de Karmaland, posiblemente llego allí de algún otro poblado cercano ya que se veía muy pequeña como para venir de un lugar demasiado lejano a Karmaland.

Las posibilidades eran muchas, ¿De donde venía aquella niña?,¿Como fue que llego a las puertas de su castillo? podía creerse que la niña estuviera en el bosque abajo de la montaña y activara por accidente el ascensor, pero esa niña no se veía ni siquiera con las fuerzas necesarias para mantenerse por su propio pie y mucho menos caminar la distancia desde el ascensor hasta las puertas de su castillo.

Esa niña no había llegado ahí por su propia mano, alguien la había dejado ahí a saber Dios por que razón, entonces eso le dejaba la interrogante a Vegetta.

¿Quien dejo a esa niña ahí y porqué?

Tenía que hablar con Merlon y el resto de sus compañeros, pero sería algo que haría luego, esa niña necesitaba atención médica urgente; Era una suerte que el héroe tuviera grandes conocimientos en medicina y enfermería.

Miro a la pequeña niña que se aferraba a el enterrando sus cortas uñas en el chandal con desesperación, y casí como con miedo de que el héroe la dejara sola. Un pequeño brillo llamo la atención de Vegetta, una cadena de plata con un pequeño dije de totem y de un gorro de bruja colgaba de su pequeña manita, la cadena estaba enredada en su muñeca de tal modo que fácilmente se podía hacer pasar por una pulsera.

Entrando al castillo tomo suavemente la mano de la niña detallando del collar enredado en su brazo y se fijo en una pequeña plaquita bastante delgada con un nombre inscrito en el metal.

—¿Te llamas Kore, linda? —Pregunto con voz suave mientras cerraba la puerta a sus espaldas y recibió un tembloroso asentimiento— Esta bien Kore, voy a curarte para que ya no te duelan más esas heridas y te puedas mover, ¿Te parece bien? —Siguió explicando y preguntando sin querer que la pequeña se sintiera incomoda.

Otro asentimiento fue lo único que recibió y se dirigió a la pequeña enfermería que había mantelado en su castillo por situaciones diversas de sus compañeros haciendose daño y acudiendo a el, nunca penso que la usaría para algo más que curar a sus torpes compañeros.

Kore es un lindo nombre.

Penso restandole importancia al asunto y dejandola en una camilla para buscar las cosas necesarias para curarla, esto llevaría tiempo.

Creditos del nombre de la niña a nagitrolo por que yo comence a escribir esto y ni nombre le pense a la prota 🤡👌

⚠️PAUSADA⚠️ Little SharkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora