𝔓𝔩𝔞𝔠𝔢𝔯 ℭ𝔲𝔩𝔭𝔞𝔟𝔩𝔢 𝔐𝔢𝔴𝔗𝔲𝔩

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Mi nombre es Tul Pakorn y soy un íncubo. Un demonio de energía sexual, viviendo en la mejor ciudad del mundo para los de mi especie, Las Vegas, La Ciudad del Pecado. Soy capaz de alimentarme de la energía de cualquiera que se haya excitado recientemente.

Básicamente, mientras me quede cerca de un grupo de personas vivas me mantendré alimentado, pero eso no significa que quede satisfecho. Quiero decir... ¿Los humanos son felices simplemente alimentándose de comida? Puedes mantenerte alimentado solo con vegetales o arroz, pero ¿serás feliz solo con eso? Lo dudo. Todo el mundo tiene una comida favorita.

Un placer culpable.

Y él es el mío.

Ahora tengo veintiocho años. Empecé a desarrollar este tipo de sentimientos solo hace ocho años atrás, aunque me di cuenta de que prefería a los hombres desde mucho antes. No es que no me alimente de las mujeres, o que no disfrute de su compañía, pero cuando se trata de alimentarme a través del contacto físico o el sexo, no es tan agradable como con los hombres. Supuse que podrían llamarme gay, mucha gente lo ha hecho, pero dado que ni siquiera soy técnicamente humano, realmente no me he molestado con las etiquetas. A menos que me beneficie.

Pero mi tipo es mucho más específico que solo hombres. Mi preferencia son esos machos alfa profundamente encerrados que se han estado mintiendo a sí mismos durante tanto tiempo que jurarían por el cielo que son heterosexuales incluso mientras se hunden profundamente en su culo.

Ya sabes, como los chicos que alguna vez te llamaron marica en el pasillo de la escuela porque tu cabello era demasiado largo o solo porque te sentabas demasiado cerca de tus amigos, pero incluso mientras se burlaban, sus ojos se quedaban fijos en ti solo un momento... demasiado tiempo.

Siempre pensé en ellos como los chicos más propensos a robarte la ropa después de la clase de gimnasia o tomarte fotos desprevenidas en la ducha, no solo para hacer reír a sus amigos, sino porque una parte aterradora de ellos necesitaba una excusa para ver tu pene desnudo, más tiempo.

Ahora esos niños enojados son adultos, pero te llaman maricón y los ojos de esas personas aún se quedan mirando tu cuerpo mientras beben otro trago en el bar porque al menos pueden culpar al alcohol por su polla flácida cuando lleven a alguna una chica bonita a casa esta noche. Pero no es el alcohol, él nunca es el culpable. Eso es algo de lo que están a punto de darse cuenta y yo, en mi espíritu benévolo, les ayudaré a llegar a este descubrimiento una y otra vez.

Me senté en una de las mesas esperando que llamaran mi orden de café en Starbucks. Había algunos de adictos al café como de costumbre, así que me entretuve desplazándome por las redes sociales en mi teléfono.

Mi flequillo caía sobre mis ojos obstruyendo mi vista al salón. Siempre me había gustado mi cabello un poco largo y a las parejas sexuales que he tenido también, tal vez porque me veía más lindo, o según ellos un tanto femenino y eso les ayudaba a sentirse menos culpables por follar con un chico, tal vez solo les gustaba tener algo a que aferrarse, pero no era así. ¿Realmente me importa?

A pesar de no poder ver mucho más allá de mi teléfono y la mesa, podía sentir una vez más sus ojos sobre mí. Dejo que mi mente se pregunte y mis otros sentidos tomen el control. Y efectivamente, en unos segundos lo sentí, otro cuerpo hambriento deseándome. Exploré más lejos, picando la superficie de su mente y emociones. Así como podía sentir los deseos de una persona, podía sentir sus miedos y, lo mejor de todo, podía ver dónde se colocan.

En efecto, justo en el medio, el miedo y la culpa envolvieron el anhelo del hombre donde su mente cayó sobre mí. Casi podía sentir sus ojos como un toque físico mientras recorrían mi esbelto cuerpo, pasando de mi cabeza inclinada a mis caderas estrechas, curiosamente deteniéndose en mi...