Con ayuda del alcohol todo puede salir mal

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[Las fotos de portada corresponden a sus respectivos autores, los personajes son propiedad de Soriachi-sensei]

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Las estrellas y la luna brillaban en una tranquila y calurosa noche de verano en Yoshiwara, mientras en todos los locales las cortesanas invitaban con miradas lascivas a potenciales clientes, los cuales también lanzaban improperios a cada una de las mujeres que veían pasar.

Así es, todo parecía una noche como cualquier otra hasta que en un modesto bar se escuchó una botella estrellarse contra la pared.

- Solooo quiero hip, otra copa hip, Gintoki- Tsukuyo, una hermosa y voluptuosa ninja rubia, se tambaleaba completamente ebria (aunque sólo había bebido un sorbo de sake) y sus mejillas se encontraban rojas. - Giiiintokiii, eres taaaan atractivoooo, si tan sólo tuvieraaaas dinero hip, todas las mujereees de aaaaquí estarían hip encimaaa de tii- gritaba la rubia a los cuatro vientos atrayendo la atención de todas las personas del lugar que la veían horrorizadas.

A su lado, un alto y guapo permentado con el cabello plateado intentaba calmarla a toda costa, levantando las manos.

- Tsukki, tranquila hahaha - le decía Sakata Gintoki completamente nervioso a la rubia. - Creo que ya has tomado suficiente.

Los comensales del lugar no podían creer que tan sólo unos meses antes ese ronin había logrado derrotar a Utsuro y salvado a todo el Mundo de la destrucción, eso claro con ayuda de sus tontos empleados de la Yorozuya y varios de sus amigos, incluyendo las dos personas que lo acompañaban esa noche.

Justo al lado del peliplata se encontraba sentado un hombre de mediana edad con el pelo azabache y el flequillo en forma de V, muy apuesto y con unos hipnotizantes ojos azules. La gente del lugar se percató de inmediato que se trataba del Sub-comandante demoníaco, Hijikata Toshiro. El policía se encontraba fuera de servicio y portaba una yukata que hacía juego con su cabello.

- Basta ya, estúpido Yorozuya, sabes que esta horrible mujer se pone así con una gota de alcohol, fue tu culpa por invitarla, ahora enfrenta las consecuencias y llévala a casa! - replicó Hijikata, cuyas mejillas comenzaron a ponerse rojas a consecuencia de la cantidad de sake que había bebido.

- Por qué mejor no la llevamos los dos, haz algo de provecho, maldito ladrón de impuestos! - Gritó Gintoki señalándole. - Para empezar, fue tu culpa que la invitara, me pediste que te presentara a una hermosa mujer, bien, aunque suene una locura, pero ella es la mujer más hermosa que conozco.

Al decir eso, Gin no se percató que el rostro de Tsukki se puso completamente rojo, a pesar de no estar en sus cinco sentidos pudo escucharlo, ya que los gritos de ambos samuráis se escucharon en todo el bar (y seguramente en todo Edo).

- Llévala tú.
- No, llévala tú, idiota.
- Llévala tú, Mayora.
- La iba a llevar yo, pero ahora si lo hago parecerá que me estás dando órdenes, ahora llévala tú, maldito adicto al azúcar.

Tsukuyo recostó su cabeza en la mesa completamente borracha y al mismo tiempo siguió escuchando a los dos idiotas discutir un buen rato sobre quién la llevaría a casa, en medio de insultos y de tres rondas de piedra, papel o tijeras, en dónde ambos sacaron piedra, la jefa del Hyakka decidió tomar la iniciativa, si no su plan para esa noche no iba a suceder nunca.

- Ya paren de discutir, no son unos niños, par de idiotas - les gritó al mismo tiempo que les lanzaba unos kunais que los hicieron caer al suelo, otro de los kunais dió contra el dueño del lugar que se encontraba detrás de la barra, quién también cayó inconsciente.

Una noche de copas te puede causar el doble de problemas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora