✫ 👑 ⤸ ▐ Deux.

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Ya habían pasado varias semanas desde su último encuentro con su madre y extrañamente, el pelinegro no se sentía triste o deprimido como se había estado sintiendo durante años

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Ya habían pasado varias semanas desde su último encuentro con su madre y extrañamente, el pelinegro no se sentía triste o deprimido como se había estado sintiendo durante años. Y es que tras la noticia que Yeonjun le había dado sobre que harían una ventana para que él pudiese ver un poco el exterior, la sonrisa que se había instalado en su rostro desde ese momento difícilmente podría ser borrada. Aquel insignificante regalo que para algunos quizás resultaba de lo más "absurdo", para alguien como Soobin era terriblemente bueno.

Así que cuando la construcción fue terminada, a Soobin incluso se le concedió la oportunidad de que pudiese sacarse la venda que cubría sus ojos para que pudiese disfrutar de las cálidas mañanas y los fríos invernales tras ese panel de cristal. Quedando suavemente cautivado por recibir cada día, desde aquella horrible oscuridad.

—Cada día que abro los ojos, el cielo azul me recibe con calidez —susurra, mientras que sus dedos tocan suave y delicadamente el panel de cristal—. Y desde que esta ventana ha sido colocada, extrañamente me siento feliz.

—Pero debes dormir también, ¿sabes? —la voz suave de su amigo, hizo que el príncipe apartara la vista de la ventana e intentara acercarse a su amigo, quien al ver cómo las cadenas de oro arrastraban y complicaban el movimiento del susodicho, hizo que este dejara la comida de su amigo y enseguida abriera la celda sólo para quitarle esas molestas cadenas. —Desde que me fui anoche a descansar, tú ni has apartado la vista de la ventana.

—Lo sé —musitó con cierta pena y agradeciéndole a su amigo una vez las cadenas cayeron en seco al suelo, dándole más facilidad de moverse y sintiéndose más relajado ante el incómodo ardor de sus muñecas—, pero es que ver la ventana es mucho más interesante que el hacer rayas en las paredes o pasar el día contando corderos hasta quedarme dormido —suspiró—. Además, con esta ventana puedo ver el cielo cambiar de color y esas aves que a veces pasan volando cerca de aquí.

—Entiendo que esta experiencia te sea interesante pero ahora debes comer —le pasó la charola con comida que su madre se había encargado de prepararle—. Y luego de esto debes descansar hasta que la hora del baño llegue.

Y ante ese último comentario, el príncipe suspiró. Tomó la bebida caliente y una vez le dio un sorbo, este la dejó en su lugar y se abrazó a sí mismo.

—La hora del baño solía ser mi favorita hace muchos años —confesó con melancolía—. Sentir la espuma y las caricias de mamá sobre mi cabello, me hacían sentir muy bien —dijo, para luego voltear a ver a su amigo—. Extraño eso y pienso en ello todo el tiempo.

—Yo... —hubo un pequeño silencio. —Sé que recibir baños ahora no es lo mismo, pero trataré de conseguir al menos una pequeña tina plástica para que puedas tener una de esas duchas que tenías cuándo niño.

—¡¿De verdad harías eso?! —inquirió emocionado, tanto así que incluso sus ojos destellaron como si de un pequeño niño se tratase.

Por su parte, el guardia asintió. Comentó que habían llegado muchas tinas debido a que las necesitaban para lavar ropa y darles agua a los corceles, pero que aún quedaban muchas sin usar.

❛ captivity ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora