✫ 👑 ⤸ ▐ Trois.

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Yeonjun miraba con pesar al chico frente a él; el cual desde hacia dos días había dejado de hablar, como parte de su castigo tras haberle quitado hasta ahora, lo único que realmente le provocaba cierta felicidad

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Yeonjun miraba con pesar al chico frente a él; el cual desde hacia dos días había dejado de hablar, como parte de su castigo tras haberle quitado hasta ahora, lo único que realmente le provocaba cierta felicidad.

Aquel panel de cristal del cual, lo usó para admirar las mañanas cálidas y las noches frías, y por supuesto, para admirar aquel chico al que vio por primera vez; de melena larga y apariencia pulcra con esas finas vestimentas que sólo alguien invitado o favorito del reino podía usar.

Y que ahora, tristemente, jamás volvería a ver.

—Sé que te gustaba admirar todo lo que había allá afuera, Soo, pero debes entenderme —dijo él, sintiéndose terriblemente mal por haberle contado todo a su madre, la reina—. Yo sólo sigo órdenes de la reina, lo hago por mi trabajo...

Pero el príncipe no habló. Más bien, la única reacción que tuvo tras haberse quedado en silencio por un buen rato, fue simplemente sollozar.

—No tienes idea de la rabia que siento al verte aquí tan solo y vivir bajo este horrible infierno —continuó diciéndole, sintiendo incluso una gran necesidad por ponerse a llorar—. Tú no tienes la culpa de nada, Soobin. Nada de esto es culpa tuya y me niego a aceptar que te tengan a ti pagando por algo que no te corresponde.

—Entonces cierra la boca y empieza a hacerme caso a todo lo que te diga.

Al escuchar aquella voz tan profunda y carente de brillo, Yeonjun rápidamente se giró, viendo incluso por el rabillo del ojo a Soobin, el cuál aún así vendado había reaccionado con terror.

Frente a ellos estaba nada más y nada menos que el príncipe San, el heredero al trono y el mayor entre los hermanos Choi. Cosa que al verlo, hizo que el guardia se sintiera aterrado, puesto que a alguien como San, ni siquiera se le permitía el estar ahí.

Sin embargo, no dijo absolutamente nada, ya que al verlo aproximarse hacia donde él estaba y pedirle que le diera las llaves de la celda, rápidamente las tomó y abrió para después acercarse hacia su hermano, al cual le quitó las vendas de los ojos y boca para posteriormente, darle un abrazo largo que hizo por fin al más joven ponerse a llorar.

—¡¿S-San!? —sus ojos se cristalizaron de repente al verlo frente a él, después de tanto tiempo y luciendo exactamente igual a como lo había visto la última vez. —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Acaso mamá...?

—Vengo aquí porque estoy cansado de toda esta basura real y de que tú tengas que estar pagando por algo que jamás hiciste —confesó, mientras quitaba los seguros de las cadenas de oro para dejarlo libre—. Hermano, discúlpame por haber sido un idiota todos estos años, y por jamás haber hecho lo posible por ayudarte a salir de aquí.

Entonces cuando las cadenas fueron por fin retiradas, tanto él como su hermano se abrazaron fuertemente, mientras compartían juntos un momento hermoso.

❛ captivity ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora