¿Qué pasó?

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No eran las diez de la noche y un hombre de gorra deportiva negra y chaqueta de cuero entraba a un bar; era uno de aquellos lugares en donde uno se puede sentar cómodamente en un sofá a beber un trago y a mirar como bellas mujeres bailan semidesnudas. Estuvo bebiendo en el lado más oscuro del bar, sin hacer nada más que eso por casi una hora, veía contonearse las hermosas siluetas de las chicas al ritmo de una música sin mucho sentimiento, una música monótona, cuyo objetivo era que los hombres se concentraran solo en los cuerpos y desearan comprar un momento con alguna de las chicas o al menos dar unos yenes por tocarlas.

Al cuarto trago de esos que amargan la garganta y el bolsillo, el tipo de la gorra negra que cubría casi por completo sus ojos y su cicatriz, encendió un cigarrillo. En el otro extremo del bar, en un rincón lejano, un tipo bien vestido le susurraba algo al oído a una de las chicas. Ella cruzó el espacio en dónde unas jóvenes bailaban y subiendo una pequeña escalinata llegó al lugar solitario y oscuro que ocupaba Takeomi. Él la vio llegar, pero ni siquiera se inmutó. Siguió fumando y mirando a las muchachas de abajo.

—¿Quieres un poco de compañía? —preguntó con voz sensual la mujer, sentándose a su lado en el aterciopelado sofá rojo, que por las sombras parecía color sangre.

—¿Quién te envió? —preguntó él sin mirarla, con tono más grave del normal, soltando luego el humo del cigarro.

—Nadie. Me comentaron que estabas solo y me pregunté qué haría un hombre tan misterioso y solitario en un lugar como éste, y como no luces como un policía... quise venir a acompañarte.

—¿Cuál fue tu crimen?

—Ninguno, ¿Por qué? —preguntó ella curiosa, acomodándose de costado, más cerca de Takeomi, mirándolo fijamente dentro de lo que le permitía la oscuridad y algunas luces lejanas.

—¿Por qué huyes de la policía?

—No huyo, simplemente no me agradan. ¿Por qué te escondes tú?

—Eso no te importa. —contestó apagando su cigarro para encender otro inmediatamente.

—Ese misterio te hace más atractivo. —sacó ella un encendedor de entre sus enormes pechos y le ofreció fuego al hombre.

—¿Qué quieres? —preguntó él mirándola de una vez.

—Eso dependerá de lo que quieras tú. — susurró más cerca de su rostro. Takeomi acercó su cigarro al fuego, dejando que ella lo encendiera, miró con paciencia cómo la mujer devolvía el encendedor a su sostén.

—¿Te apetece? —consultó sentándose directamente a horcajadas sobre Takeomi, poniendo sus pechos en frente de su rostro, se llevó las manos atrás y soltó su corset para quedar desnuda en la parte superior. El Alcohol y el calor le quitaron el aliento a Takeomi por un momento. Sin soltar el cigarrillo se apoderó de sus nalgas, presionándola para que ella sintiera entre sus piernas la erección, el gemido que ella lanzó hizo a Takeomi ceder al deseo y abrió grande la boca queriendo tragarse sus pechos, por el mismo choque con sus enormes senos, su gorra cayó al piso. Ella parecía disfrutarlo y sin que él se lo tuviera que pedir comenzó a frotarse contra su pelvis, mojando su pantalón por encima.

—Cariño... —dijo ella agitada—. debo advertirte que no soy económica como las demás.

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Takeomi Akashi -  28 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora