Delirium Circus

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Advertencia: Descripción explícita de crueldad, tortura, esclavitud y trata de personas en un espectáculo de horror

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Advertencia: Descripción explícita de crueldad, tortura, esclavitud y trata de personas en un espectáculo de horror. 

Delirium: Lugar de entretenimiento para adultos de la élite en la ciudad de Averville.

En la ciudad de los pecados y las apariencias, de las noches eternas y los espectáculos de feria, existe un lugar dedicado al más tentador y obsceno de los pecados, aquel que roba el más cruel de los suspiros y provoca al más condenable de los instintos. El Delirium es, entre cientos de palabras en boca de aquellos que jadean de horror al escuchar sobre él, la joya de una corona que se enaltece en las fantasías hechas realidad tras sus puertas que se desprenden del mundo terrenal y aspiran únicamente al placer. Es la ambrosía de todos aquellos dispuestos a pagar el precio por la concebida lujuria sin restricciones, sin leyes más que las de su propia consciencia y una moral propia de una falta de humanidad, nada más y nada menos que la capital del placer.

El espectáculo tenía dueño con nombre, apellido y una irremediable sed por ser llamado amo y maestro ante todos y cada uno de los títeres y muñecas que lo hacían tan feliz en este cuento. Ludovik Klausen era el orgulloso dueño de esa obra maestra, un hombre cuya creatividad era guiada por sus caprichos, por hacer realidad las más increíbles de las fantasías en un mundo ideal en el que él... era el absoluto y único dueño.

Con una altura de tres pisos y siendo una oda a la arquitectura moderna, el Delirium era ese lugar que se volteaba a mirar, guiado por su alfombra roja y su entrada tan pulcra, custodiada por apenas un par de trajeados de miradas vacías y la regla de mantener las armas y peligros fuera de ese lugar en el que las únicas tragedias se debían admirar. Tras el mostrador se encontraba el primero de los títeres del espectáculo de esa velada que por tanto tiempo se planeó, los rumores decían que Ludovik despertó una noche con una epifanía tras un gran espectáculo de horror, trabajó por horas enteras en esa madrugada hasta que su visión se realizó. Aquel muñeco sin nombre era lo más bello de la recepción, de talle tan fino y facciones tan suaves, que muchos creían que habían entrado ahí por error, pero aquellos hombres hambrientos, adinerados y violentos, sabían que solo era el principio antes de llegar al corazón. Tras pasillos oscuros y juegos de luces elegantes, sin que un solo detalle rayase en el mal gusto, sin que alguien fuese consciente de todas las puertas que existían tras los pasillos perdidos y a los que se podía acceder con las palabras correctas, finalmente se abría paso el enorme escenario que esa noche se había vestido con unas galas muy distintas que recibieron las miradas de asombro y aprobación.

Ludovik Klausen había soñado con un circo, uno que distaba de la comedia y los animales, que vestía con títeres y muñecas que se movían con magia, con el danzar de sus dedos o el baile de sus palabras, con el golpe de un bastón o con la sonrisa indicada. Requirió de la ilusión de una carpa en los techos altos, hecha con grandes tirones de joyas rojas y blancas, espaciadas apenas por las famosas cajas de cristal que eran la insignia del Delirium desde el instante en el que se tenía el placer de pasar sus puertas; suspendidas en la infinidad de los techos, brillaban las jaulas cristalinas de los juguetes más hermosos que tenía el lugar.

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