「 𝐁𝐚𝐝𝐝𝐫𝐢𝐚𝐜𝐡𝐢 」

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Tipo: Slice of life, comedia, fluff.
Clasificación: G (General).
N° de palabras: 1484 (one-shot).
Publicación: O2/11/2O22.

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Baddriachi
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—¡Te voy a cantar y te va a gustar!

Una inmensa confusión cubrió todo el rostro maquillado de Garou. No entendía de dónde había salido esa intervención repentina de Badd, de dónde había salido la guitarra que ahora agarraba cual bate de beisbol, de dónde había salido la intención de arrastrarlo hacia afuera. Sin embargo, no emitió respuesta alguna. Sólo se dejó conducir, asido de la muñeca, a paso ligero. Hacía mucho tiempo que no se apoderaba de él de esa forma, como si realmente quisiese su atención, un leve nudo en la garganta le impidió otro rato la palabra.

¿Siquiera sabía cantar?

—Bien, bien —murmuró para sí mismo el azabache a la par que lo soltaba, apartó un banquito de madera y se lo dejó más lejos de la casa—. Siéntate aquí... ¡Vamos, no tengo toda la noche!

El ruido de la fiesta, el murmullo de las voces, se iba apagando en cada paso que daba hacia el espacio asignado del patio. No era la gran cosa, no debía ser la gran cosa, para nada. Intentó mantener la calma y se sentó. Las últimas veces que pasaron algún rato a solas fueron extrañas, creyó que Badd quería alejarse luego de enterarse de lo que sentía en verdad. Pero no era momento de ninguna distracción, algo más importante se imponía frente a él.

Observó, incrédulo, cómo su par se hincaba a un metro y medio de distancia en la misma posición en la que almorzaba en la terraza del colegio. Manipuló a gusto la guitarra, apoyando el extremo inferior en el pasto, y tanteó el mástil como todo principiante. De repente los ojitos negros volvieron para atrapar los suyos por sorpresa.

—Esta pieza la llamo... —Comenzó, y una pequeña mueca de labios amenazó con derrumbar su seriedad—. Eh, en realidad no tiene nombre todavía. Olvídalo.

Se aclaró la garganta. Inclinó el sombrero hacia atrás sin quitárselo para que se le viera bien la cara, aun si hacía un papelón, y comenzó. Toda la tensión acumulada en Garou se desprendió de su cuerpo de a poco y, en cambio, se llenó de Badd a través de los sentidos que se iban aflojando.

Su voz se alzó en un canto firme, opaco, y se tiñó de la dulzura de una suerte de anti-serenata individual. Los primeros acordes monótonos sólo acompañaron al primer verso, y el resto fue a capela hasta la siguiente estrofa, todas breves y de una duración irregular. Definitivamente era un ladrón astuto, varios versos eran robados de otras canciones y acomodados en un nuevo sentido de contenido, ni hablar de los acordes tan simples que no se podrían identificar de dónde los plagió. Ajeno al mundo y a sus leyes, a la moral y los derechos de autor, la composición era simplonamente bella.

Le recitó sobre un corazón abrumado, el corazón de un hombre apasionado sin pasión, un artista sin arte posible, la quietud de un amor sin destinatario. Siguió con la aparición de otro, un misterio, un hombre encerrado en sus propios pensamientos. El estribillo cobró sentido una vez que aquel apareció, pues la historia no iba de un alma solitaria en lucha interna, sino de una necesidad de cambio y liberación. No se trataba precisamente de una historia divertida, ni mucho menos jocosa, la solemnidad de la entonación no era por acentuarlo, sino porque su intérprete no se encontraba en la mejor de las condiciones. Moría de nervios, casi no ensayó tocar la guitarra y cantar a la vez, parecía más fácil de lo que era. Intentó que no se le notara el flaqueo de la voz en el último estribillo.

「 𝐁𝐚𝐝𝐝𝐫𝐢𝐚𝐜𝐡𝐢 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora