Isabel La Católica

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ISABEL LA CATÓLICA

Las criadas le peinaban su larga melena rubia mientras la joven de 12 años se miraba al espejo con la determinación que la llevo a financiar el viaje de Cristóbal Colón o falsificar una bula papal para poder casarse con su primo, que no amaba pero que le seria de gran ayuda para sus objetivos. Pero todavía le faltaba mucho para hacerlo.

- Hoy va a desayunar con el rey-una de sus damas de compañia, María (portuguesa, aliada de la reina que no le tenía mucha simpatía a Isabel)- Su hermano quiere hablar con vos y con Alonso. Me lo ha dicho el criado personal del rey.

"Te lo ha dicho el criado con el que te acuestas, mala mujer " pensó la católica mente reprobadora de la Infanta que no toleraba que ni los hombres ni mujeres se acostarán con otras personas antes que el matrimonio pero en este caso era peor ya que esa mujer estaba casada con un noble de la corte. Hacia poco que había llegado a la corte, igual que las otra damas de la futura Isabel I de Castilla.

- Como deseé el rey- Isabel pensaba en su madre y como la añoraba.

- Debemos irnos- suspiró María con una gran sonrisa entre maliciosa y divertida por 

- No- dijo con suficiencia- Usted quedése aquí

- Pero, su alteza...

- Usted hará lo que yo diga y en cuanto a vosotras- miró con resentimiento a sus otras damas, espías portuguesas de la Reina Juana que siempre hacía todo lo que podían para molestarla- no me importán vuestras obligaciones, voy sola con mi hermano a hablar con su majestad y punto en boca.

Las Damas se quedaron calladas y antes de que pudieran hablar Isabel ya iba al pequeño salón donde normalmente desayunaba el rey pero para su sorpresa había una mujer bonita de al menos 40 años con una larga melena entre castaño oscuro y destellos de un castaño muy claro. Lo que más llamaba la atención de ella era un lunar negro encima de su labio a la izquierda. Su ropa era un vestido rojo muy extraño e inapropiado.

- Isabel...-comenzó a hablar con seriedad

- Dirijase a mí como Infanta, Señora o Alteza- habló con orgullo- ¿Quién sois vos?

- No te haré daño pero por favor, estate quieta.

De pronto el mundo de Isabel comenzó a dar vueltas cuando una sombra al lado de la puerta le clavó algo en el cuello.


La Élite de las MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora