CAPÍTULO 3
HeartstopperHarriet
Ya había llegado a casa. El día se me había pasado lentísimo. Después de estar castigada el primer día, entré a la primera clase de la que no me expulsaron. Mandaron deberes, estudio y proyectos. Y todas las siguientes clases igual. Ahora me encontraba en casa, con un batido de fresas en la mano y sentada en el suelo viendo una serie de Netflix.
Estaba sola, mi madre trabajaba hasta tarde en el hospital, y hasta las 3AM no regresaba.Abrí mi ordenador para dirigirme a la pestaña de Meet y ver si Livia me cogía la llamada.
Livia es mi mejor amiga desde que teníamos once años, vivíamos puerta con puerta en Montana y siempre estábamos juntas. Eramos inseparables, hasta que me mudé aquí con mi madre, nuestra relación se acortó. Hablamos por videollamada a veces, pero ella tiene nuevas amigas y me da miedo que se olvide de mí.Le escribí un mensaje de WhatsApp preguntando si estaba en casa.
“¡Hola Livia! ¿Puedes hacer videollamada? Necesito hablar de muchas cosas contigo…
Contestame cuando puedas porfa ;)”Tardaba mucho en contestar, no solía tardar, pero estaría ocupada.
…
Dos horas más tarde.
Al fin me contestó, ahora eran las ocho de la tarde y obviamente, no iba a poder.
“¡Hola Harr! Lo siento estaba en casa de Evelyn”
¿Quién era Evelyn?
“Luego, después de mis clases de guitarra hablamos. ;)”
¿Clases de guitarra? ¿Evelyn? No conocía a ninguna Evelyn.
Le dejé en visto, y empecé a prepararme para ir a cenar a algún sitio de comida rápida.…
Terminé yendo a Mcdonald's. Una larga cola me esperaba dentro del local. Me adentré y me coloqué en ella. Había mucha gente, muchísima. Era un lunes a las ocho y media de la tarde, y yo esperaba que a la gente no le apeteciera mucho ir allí a cenar una hamburguesa.
Mientras esperaba agarré mi teléfono de mi bolso y le envié un mensaje de texto a mi madre.“Hola mamá, estoy en un restaurante de comida rápida, al terminar vuelvo a casa a seguir esperándote. Un beso”
Entré a Instagram ya que tardaría muchísimo en pedir, y vi una publicación de Livia, era raro ya que no solía subir nada.
Una foto de Livia y de otra chica se presentó en mi pantalla. Me dolía pensar que no me echaba en falta, que era más feliz con la otra chica. ¿Me estaba reemplazando?
Era una foto muy normal, el pelo rubio de la Livia destacaba entre el oscuro cabello de la otra chica. No me costó averiguar que era Evelyn, ya que la etiquetó con un corazón en el costado.@evelyn_alapont 💜
Las redes sociales son lo peor que le ha podido pasar a este mundo. No es que yo no las utilice, si que las uso. Pero pueden llegar a joderte un poco el día.
Evelyn Alapont, resultó ser una estudiante de intercambio que venía de España, Barcelona, para ser concretos. La chica se mudó a la casa de enfrente donde la acogió la señora Gibler. Un fuerte codazo me despertó y me trajo a la realidad.–¿Cuánto tiempo llevas esperando? – Esa voz la reconocí al instante, era el chico de ojos bonitos con el que me escapé. Llevaba unos pantalones de color verde militar con un delantal a juego con una gran “M” de McDonal's en el centro. Y en su camiseta negra había una chapa con un nombre, su nombre. Se llamaba Marcel.
El chico volvió a hablar.–Ven conmigo, tomaremos un atajo. –Me agarró rápidamente la mano y aceleró el paso apartando a las personas que se encontraban a los alrededores. Me llevó hasta el principio de la larga cola mientras me comentaba que acababa de terminar su jornada laboral.
–Me ha dado pena que estuvieras malgastando tu tiempo en una cola tan larga para comerte una hamburguesa. –Estuvimos conversando un tiempo hasta que nos dieron nuestros pedidos. Lo pedimos para llevar porque Marcel me quería llevar a un sitio menos agobiante para comer y poder conocernos mejor.
…Llegamos a un parque lleno de césped y nos sentamos con las piernas cruzadas en él. Abrimos nuestras bolsas de papel y empezamos a comer. Hasta el momento todo iba bien, nosotros solos, McDonald's, buen ambiente.
–Te noto diferente, ya no haces tantas preguntas. –Tenía razón, estaba abrumada, pero él necesitaba entenderme. Decidí contárselo, no me haría mal que me diera su opinión.
–Marcel, venir a vivir aquí ha sido lo peor que he hecho nunca. Mis amigas se olvidan de mí, no puedo encajar aquí, mi madre todo el día trabajando, vivo sola. El primer día de instituto y ya me he metido en un lío. –Todo esto, para mi, era una mierda. Pero a lo mejor él minimizaba mis problemas.
–Harriet, la vida es un cuento dicho por un idiota lleno de ruido y furia. –Él era un buen chico, sabía escuchar. Tenía frases de Shakespeare para todo. Le dí un sorbo a mi Fanta de naranja y la dejé sobre el césped. Un pequeño resplandor de la luna iluminaba toda su cara, era precioso. En ese momento un pequeño hormigueo se desató en mi estomago, mariposas revoloteaban en mi interior, la voz se me escapa en pequeños hilos y mis manos empezaban a temblar. Él pareció darse cuenta y posó una mano sobre mi rodilla.
–Howland, ¿cómo has averiguado mi nombre? – Sus palabras fueron claras, su nombre me apasionaba, era muy singular.
–Lo ponía en tu chapa, ponía “Marcel” de color negro. –A continuación, arrancó la chapa con su nombre de su camiseta y la arrojó lo más lejos que pudo, se pasó una manos por su cabello moreno y anunció:
–Maldita chapa. Has arruinado mis planes.