Sin culpa la fuga del encierro
del destierro familiar.
El respiro.
La obligada visita a la nostalgia,
a los lugares conocidos para la segura rutina
y un aperitivo delicioso degustar.
Nadie debería ser privado de sus pulmones,
de los labios, de las alas, de las flores,
del alivio del olvido.
Existo y resisto
al cotidiano aburrimiento
con la imaginación activa.
La adicción a la introspección es una jaula insípida
con una inclinación que conduce al desdoblamiento,
a la pérdida de uno mismo,
a la sombra que se apodera de la pared
que se impregna con su silueta,
la imagen que ha construido la luz del sol.
Cómo bien lo haría una bomba atómica,
que con un sólo eructo barre todo lo conocido.
Encapsula el tiempo,
la cotidianidad devastada.
La instalación inmediata del infierno
con su performance zombie
infinito de brazos extendidos
en la mente de generaciones
con guantes blancos.
Como una estaca ha quedado clavada
su advertencia de muerte en mi memoria.
de la que no se ha borrado y
como la sombra persistente se ha quedado grabada.
El sol nace con un deslumbrante destello
o un portal se abre y tesla desaparece de la historia.
Así son los gestos de contundente violencia
a los que nos hemos acostumbrado.
Sin ánimo de ofender a la humilde cucaracha,
sobreviviente, mudo testigo de lo sucedido
que soporta el embate de las olas de polvo
se sacude los hombros
y continua su andar ligera
libre de preocupaciones
sin dejar de hacer remiendos con sus agudas antenas.
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Una Pequeña Cuchara en una Bolsita de Papel Estraza
PoesiaUna Pequeña Cuchara en una Bolsita de Papel Estraza