Hay personas más delicadas y sensibles que otros que con un comentario fuerte se sueltan a llorar rompiéndose cada día más y comparten la angustia de haber crecido con la frase: "no seas dramático" presente en toda su infancia y parte de su adolescencia lo escuchan de manera tan frecuente que quedó impreso como un hueco en su autoestima.
Y Bruce era uno de ellos.
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Arrodilló apretando el estómago, ojos llorosos borrosos de vista, dientes en alto y garganta profunda y espesa desde el desayuno.
Con un ligero temblor en a sus costados levantó la cabeza de la taza del retrete.
Observando los pequeños trozos de manzana mezclados con Saliva.
- Bruce, - el ondulado cabello del rubio se esponjó su boca se secó como desierto con tan solo verlo allí recostado en una posición incómoda y mirada, moribunda. - ¿Qué hiciste?-
- Perdón - Murmuraba como una cadena uno atrás de otro con voz quebrada y quizás sí lo estaba.