Me llamo Luna

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Aveces nuestro silencio es el grito más fuerte, pero ensordece la tristeza, haciendo eco en los oídos, es difícil tener que ahogar todos los problemas en sonrisas y apariencias, pero resulta eso mucho más fácil que tener que explicar un porqué.
Llega el momento en el que te aferras tanto al dolor y al vacío que sientes que si intentas llenarlo podrías perderte en su oscuridad.
Por más que intentas alejarte y engañar al mundo con una falsa felicidad, alguien que te vio realmente feliz nota tu presencia pero sabe que estás totalmente ausente y en mi caso esa fue mi mamá, se empeñó en que fuera a terapias, ok fui, pero no le bastó quería tenerme de vuelta, decía, así que consiguió parte de mi tiempo para terapias grupales.

***
¡Sáquenme de aquí por Diosss!... gritaba exasperada en silencio. Estas personas cuentan sus problemas con tanta facilidad y el joven psicólogo nos miraba con tanto cariño y tanto entendimiento médico que me asfixiaba.
-Tenemos una nueva compañera, espero te sientas como en casa,¿quieres presentarte?-Dijo mirándome con un pequeña sonrisa en su rostro.
Todos me enfocaron enseguida como mi gato a su comida.
-Me llamo Luna, Luna Miller- Tartamudé nerviosa.
-Pues bienvenida Luna Miller, ya formas parte de esta familia, te ayudaremos siempre que lo necesites y nos permitas.

Al fin!!!!! Se terminó esta hora que pareció media vida en la tierra. Las únicas palabras que intercambié fueron las de mi presentación, gracias a la virgen proveedora de Doritos.

Cuando abro la puerta de la casa un delicioso olor a pastel de chocolate golpeó mi nariz. Lo seguí hasta la cocina y ahí estaban mamá y la abuela preparándolo.
-No toques-Me reprendió la abuela.
-Me encanta que vengas de visita y nos hagas pastel de chocolate-Le dije saboreando el delicioso postre.
-Y? Como te fue?- Me preguntó curiosa mamá.
-Una terapia deprimente y agotadora como esperaba.-Me quejé.

Estaba tumbada sobre mi cama escuchando una canción de Taylor Swith, cuando una notificación de WhatsApp interrumpió.

Marina': Luuuuuunaa!! No te olvides de traer el trabajo de contabilidad y recuerda que mañana vamos al bar que van abrir en el centro.

Luna:/ :El trabajo ya está, pero no voy al bar, te lo dije.

Marina': Si que vas y no hay discusión, Lunura.

Luna:/ : Eso es nuevo, que es ahora?

Marina': Luna y amargura, tu combinación favorita🙄. Descansa, nos vemos mañana.
Marina era mi mejor amiga desde siempre, somos muy diferentes pero no me imagino sin ella, soporta mis cambios de humor y yo los suyos, hemos estado en todo momento, es mi media naranja en versión mejor amiga. Además de ella está Isaac, es mi vecino y muy único amigo chico, es una Marina pero en chico, crecimos juntos los tres. Así que básicamente ellos, los que viven conmigo y mi gato son mi gran grupo social.

Al fin se había terminado otro largo y agotador día en este insoportable mundo.

***
-Luna más negro no por favor!-Rogaba Marina mientras yo solo elegía ropa negra en mi closet.
-Si no es así no voy- La amenacé.
-Buen intento, pero si vas,vale negro, pero yo elijo que te pones-Dijo eligiendo un vestido negro ajustado arriba y suelto abajo; bastante corto de echo, unas botas negras vintage, un maquillaje sencillo y mi pelo negro largo caía a los lados de mi cara.
Marina lucía hermosa con un vestido rojo oscuro pegado que hacia notar su figura.

Cuando entramos al bar las luces tenues de colores del lugar nos consumieron. Había mucha gente bailando al ritmo de la música en la pista de baile, otros solo estaban sentados bebiendo algo en mesas cerca de las paredes blancas del sitio y nosotras nos acercamos a la barra por algo de beber.
-Agua de limón y para ella... un vodka- Le dije al barman.
-Agua de limón, en serio?. Que sean dos vodkas por favor.-Interrumpió Marina hablándome a mí y luego al chico de la barra.
Varios vodkas después...
Marina ya bailaba entre la multitud con otros compañeros de la facultad. Yo solo observaba el lugar y ponía caras de amargura con cada trago caliente de vodka, entonces miré al segundo piso y pude ver un pequeño escenario iluminado, subí las escaleras y vi su colorida decoración, habían muchos instrumentos y una gran pantalla. Habían personas sentadas en pequeñas mesas. Ya el vodka corriendo por mi sistema me dio ánimos para subir al escenario y coger el pequeño violín, toqué la primera nota y varios ojos se posaron en mí, terminé de tocar una canción que llevaba días componiendo, ni siquiera la había terminado y por alguna razón esa noche solo me dejé llevar y el violín pareció tocarse solo. Cuando terminé, recordé que no estaba sola en mi cuarto y muchos aplausos me devolvieron al escenario, por un instante me sentí satisfecha, liberada y llena de paz, sensaciones que hace mucho no sentía. Bajé del escenario con el intento de una sonrisa formándose en mi cara.
Caminaba entre las personas cuando un chico alto de pelo castaño me interrumpió el paso, sus oscuros ojos penetraron los míos.
-A veces la música hace que la depresión sea hermosa- Dijo minuciosamente cada palabra.
Marina tiró de mi brazo desde atrás, haciéndome darle la espalda al chico. Miré atrás pero ya no estaba, lo busqué unos segundos y luego volví la mirada a mi mejor amiga.
-Eso fue...increeeeíble!!!-Gritó Marina- Estoy muy orgullosa de ti mi pequeña Lunura-Dijo dándome un abrazo y el olor a vodka lleno mi nariz.
Fue la noche más rara y se puede decir que emocionante de mis últimos años.

El vacío en sus ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora