¡Ya quiero ver la sorpresa!

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A veces apetece pasar página, pero asusta encontrarse con otra hoja en blanco. Asusta dejar el pasado, asusta desprenderte de esos recuerdos, que buenos o malos son parte de tu esencia, asusta enfrentarse a lo nuevo, asusta que las heridas se vuelvan más profundas, asusta dejar entrar nuevas sensaciones a tu cuerpo y que terminen desapareciendo otra vez.

"A veces la música puede hacer que la depresión sea hermosa"
Las palabras de aquel chico quedaron dando vuelta en mi cabeza¿Será que el espeluznante sonido que salía de mi violín si era música?¿Será que si debería luchar por esa pasión?¿Será que mi vida no tiene que ser solo entre Pitágoras y Ruffini?

Luna despierta, ¿para qué te ilusionas?- Me reprendí a mi misma inconscientemente- Mis padres jamás me permitirán arruinar la tradición familiar de ser económica general de nuestro negocio. Año tras año mi familia pasaba a la siguiente generación nuestra empresa de productos orgánicos MILLERX, mis tíos y mis abuelos vivían en una granja enorme de la que salía todo lo orgánico, Mauricio el hermano mayor de papá y su familia eran los encargados siempre de la gerencia y la presidencia de la empresa, y a nosotros nos tocaba la contabilidad y la economía. Tuve que entrar a la universidad por esa carrera todo por la familia, aunque deteste los números se me dan bien, debe estar en la genética. La empresa es linda y pequeña, nos da para vivir bien, la familia entera tiene posición de prestigio en la sociedad, somos la mejor empresa de productos orgánicos de la cuidad, Madrid nos ama.

¿Pero que pasaba con mis sueños?, nada, solo resiganrme, estoy cansada de luchar e ir contra todo el mundo siempre, no tengo fuerzas, mis sueños, ¿qué sueños? Ya ni siquiera tengo pesadillas.

Ya era fin de semana, no era que los amara pero al menos descansaba de la universidad. La abuela nos tenía una sorpresa a toda la familia; odio las sorpresas, pero adoro a mi abuela.
Hacía mucho que no la visitaba, el olor de la naturaleza llenó mi nariz, podía respirar pura paz, los árboles se movían en perfecta sincronía con el viento, el cielo despejado con pequeños toques azulados, los pájaros, el dulce olor de las flores, hacían que la casa victoriana de la abuela se viera hermosa, era una casa blanca enorme,  de dos pisos, con grandes ventanales y un bonito balcón. Estábamos todos en la gran sala de estar, mis tíos, mis primos, mis padres, mi pequeña hermana, la abuela y el abuelo.
-Que orgullosa me siento de que todos estén aquí!- Enfatizó la abuela, llevándose la mano al pecho.
-Ya quiero ver la sorpresa!-Gritó desesperado Andrés uno de mis primos más pequeños.
-Vale, esta familia ha tenido muchos momentos difíciles en los últimos años, muchas pérdidas y despedidas- Todos sabíamos a que se refería-Hace unos meses alguien me dijo que volvería a esta casa y los quise reunir para celebrar su regreso-Antes de que terminara ya sabía de quien hablaba, como en efecto y como si estos tres años no hubieran pasado bajó las escaleras con una gran sonrisa mi primo mayor Marcos.

La última vez que lo vi fue hace tres años, la noche en la que cambió mi vida, pero ese no es el tema ahora, el tema es que está más alto, con el pelo más corto y una ligera barba, parecía maduro, se veía muy guapo en sus 26, había estado en Estados Unidos estudiando gerencia, regresó al liderar la empresa, su padre, el tío Mauricio ya se retiraba. Yo supuse que vendría, pero no estaba lista para verlo tan pronto. Apenas lo vi mis ojos se llenaron de lágrimas, todos corrieron a abrazarlo y decirle cuánto lo habían extrañado o abarrotarlo de preguntas, yo solo me quedé ahí sentada contenido las lágrimas.

Alzó mirada entre toda la familia frente a él, sus cálidos ojos café se reunieron con los míos-Hola Luna,...te...te extrañé- Tan pronto terminó la frase, sentí una de las lágrimas correr, no soporté su mirada, ni su presencia, me ahogan los recuerdos que me traía verlo, así que me paré del gran sofá beige y salí tan rápido como pude. Cuando llegué al porche de madera rompí a llorar sin contención alguna, no recuerdo la última vez que lloré, o más bien sí, hace tres años.

Estaba en la hamaca de bordes azules del abuelo, disfrutando del aire y mirando el cielo cuando me quedé dormida...
...¡¡¿Dónde están los pollos?!!..
Gritos de mi tía Lucía me hicieron dar un salto del susto.
-¿Qué pasa Andrés?-Le pregunté al pequeño mientras me estrujaba los ojos.
-Los pollos se escaparon-Me contestó.
-¿Y eso como sucedió eh Andrés?-Le dije entrecerrando los ojos.
Una sonrisa pícara y llena de travesura se formó en su tierno rostro.
-Vale, tu cara lo dice todo pequeño huracán-Le sonreí-Venga vamos a buscarlos.

Después de varias carreras detrás de los pollos...
-¿Hasta cuando vas a seguir evitándome?-La pregunta me sorprendió desde atrás. Giré sobre mis pies y tuve que alzar la mirada para poder ver sus ojos café.-¿No me vas a contestar?
-Es más fácil ignorarte-Saqué valor para hablarle.
-Luna, yo...-Lo interrumpí.
-No, no lo digas, no digas que lo sientes, eso no va arreglar las cosas.
-Pero al menos...-Lo volví a interrumpir.
-Al menos nada Marcos-Ya tenía un nudo en la garganta, esto está siendo más difícil de lo que pensé. Bajé la mirada y relajé los hombros. -Han pasado tres años, ya es muy tarde, no quiero tener que lidiar con esto ahora, después que me ha costado tanto sobrellevar la situación al menos por los que han estado y no me dejaron sola, preferiste irte, fue tu decisión y la respeté, ahora tu haz lo mismo y déjame en paz, mantente ausente como has echo.-Escupiendo esas palabras que llevaba tanto tiempo conteniendo me alejé.

El vacío en sus ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora