2. Rivalidad.

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Hay muchas risas a su alrededor cuando ambos pasan corriendo, no importan los años, ni la situación, el pequeño grupo de vecinos que vivía en las cercanías siempre disfrutaba salir a apreciar el pequeño espectáculo de rivalidad que tenían que dar, de vez en cuando gritando palabras de ánimo a uno de los dos o simplemente riendo junto a la alegre pareja que de vez en cuando terminaba riendo a mitad de camino antes de llegar a su propia casa.

—¡Ten cuidado con las piedras Ash!

—¡No te preocupes Misty, Pikachu me está ayudando!

Correr uno al lado del otro siempre era reconfortante, no había ningún premio por quien llegara primero a casa, pero hacerlo siempre dejaba la puerta abierta para restregarlo en la cara del otro hasta que volvieran a competir entre los dos, siempre buscando esos pequeños roces de rivalidad para divertirse el uno con el otro.

Y, de ahora en adelante, era una competencia que se llevaba a más de uno por delante.

Pikachu es un fiel compañero en sus infantiles competencias, normalmente correría en medio de ellos entre animándolos y buscando llegar primero, hasta que nació Kai, su pequeño bebé de 8 meses viajaba riendo en una carriola empujada por Ash, con Pikachu sentado detrás para sostenerlo y cuidarlo, riendo junto a la pequeña criatura que disfrutaba de la inesperada velocidad y el temblor que sacudía de vez en cuando al carrito debido al estado del camino.

La competencia se vuelve totalmente justa cuando la carriola que Misty empuja lleva todas las bolsas con la despensa que acaban de comprar, arreglándoselas para correr a la par de su esposo mientras se dicen bromas y chistes entre sí, disfrutando siempre del momento.

—¡Ganamos, si! —levanta los brazos al cielo antes de correr frente a la carriola, solo para corroborar que tanto Pikachu como Kai realmente se encuentran bien y en su lugar.

—N-no me ganaste por mucho, ¿sabes? —se tiene que tomar un momento para respirar cuando acomoda su carrito al lado del primero, aprovechando el pequeño descanso para secar el sudor de su frente—. Un poco más y llego primero.

—¿Qué pasa Mist? ¿Tanto te duele aceptar la derrota? —finge no estar cansado a pesar de que su pecho sube y baja a la misma velocidad que el de su esposa, sosteniendo con seguridad a su hijo entre sus brazos.

—Acepto mi derrota hoy —con las llaves en mano se acerca a la puerta rojiza de la casa que les pertenece, sonriendo en todo momento mientras espera que sus siguientes palabras calen en el orgullo del hombre a sus espaldas—, recordante que haces trampa por llevar menos peso que yo en el carrito.

Hay un resoplido a sus espaldas en clara señal de que acaba de ofender a su esposo, lo que les dar a oportunidad de mantener una agradable discusión sobre que claramente las bolsas de la compra pesan mucho más que Pikachu y Kai juntos. La discusión jamás sube de tono, simplemente es la base para buscar más oportunidad de competir entre sí, manteniendo viva la llama de la rivalidad con las tareas más cotidianas posibles: "¿Quien guarda más rápido la compra?" "Quien duerme más rápido a Kai." "Quien quema la comida en el menor tiempo posible."

Siempre hay una sonrisa en sus rostros mientras siguen con su amistosa rivalidad, la misma que no para de arrancarle risas a su pequeña criatura, que disfruta el tono juguetón en que sus padres siempre hablan entre sí.

Tan unidos, tan felices. Lo suficiente como para ser capaces de contagiar a los vecinos, aun si ellos solo los veían correr y reír como un par de locos.

Unos locos completamente enamorados.

Pokeshipping week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora