Segundo acto: No estás solo

60 11 0
                                    

—¿Tae, te sientes mejor?

Jungkook arrulló al mayor que no dejaba de llorar, lo llevó consigo al sofá y se acostó con él sobre su pecho, por un segundo se arrepintió de haberle traído esas pinturas, pero Tae amaba el arte, el Tae de su memoria sonreía amplia y brillantemente cada vez que él le regalaba materiales para pintar, esa bella expresión hacía que su mundo entero sanara, que todo estuviera en orden, lo hacía pensar que "así debía ser", que estar juntos era la pieza que le daba sentido a su realidad. 

—Estoy aquí Tae...

Las manos de su esposo, ¿Aún podía llamarle de esa forma? lo recorrían y se detenían para acariciar gentilmente su espalda, Taehyung tosía por la intensidad con la que lloraba. 

—Tu pintura es muy bella, el arte no siempre debe ser reluciente, a veces necesitamos expresar dolor, o miedo, lo que hiciste es sincero...

Taehyung no sabía qué hacer, según la carta, ese no era su nombre y era solo una víctima en un listado de personas cuyo destino desconocía, el hombre que lo cuidaba y lo alimentaba disfrutaba tenerlos como muñecas de colección.

—Tae —La mano del menor presionó sus costados— ¿A qué le tienes miedo?

El pelirrojo intentó separarse de él, miró al rostro de Jungkook y por su expresión lo supo, ese hombre lo había descubierto, lo veía como el jurado a un convicto antes de declararlo culpable. 

—¿Por qué no respondes?

¿Si decía la verdad, conseguiría un poco de tiempo? ¿Tiempo? ¿Para qué quería tiempo? Jungkook era su sombra, no había forma de escaparse, y si pudiera atravesar el portón no tendría dónde ir, sin dinero, sin memoria, lo único que podía hacer era esperar que la persona que llegó, Jin, volviera con la policía, con el ejército, con alguien que pudiera separarlos. 

Si molestaba a Jungkook ¿Acabaría como los demás? ¿Dejando una carta escondida en algún lugar para el siguiente?

Taehyung sintió otro golpe en su corazón, todas las acciones de ese hombre no habían sido para él, los cuidados, sus palabras de amor, la vida que conocía era un juego de reemplazo.

—¿Puedes soltarme? — Taehyung no deseaba seguir recibiendo ese "amor", la piel de Jungkook se volvía espinas y aunque no lo veía, sangraba.

—No puedo. 

Taehyung respiró con dificultad, una serpiente lo extrangulaba, tampoco podía ganar una batalla física, no tenía armas y en la cocina, los cuchillos estaban guardados con recelo bajo un sistema con clave que no sabía descifrar. 

—No estás solo...— Jungkook respiró profundamente, como intentando calmarse ¿Trataba de no hacerle daño? ¿Se desharía de él en cuanto el agotamiento lo hiciera dormir?

El pelirrojo apretó los puños en la camisa del menor, recordando la carta.

"Cuarto: Kim Taehyung fue el primero"

Un escalofrío corrió por su espalda. 

"él murió"

—No te preocupes...

Jungkook repetía tres cosas mientras el pelirrojo descendía en espiral hacia algún lugar, "Estoy aquí Tae, no estás solo, no te preocupes" su voz cada vez sonaba más dulce, como la manzana en el Edén, lo tentaba a tomarla aunque eso significara salir del jardín y adentrarse en el mundo de sueños.

—"Estoy aquí Tae, no estás solo..."

Sus pequeños gemidos bajaron intensidad y los parpados le pesaban, ¿Había consolado de esa forma a los demás? ¿Había pasado eternas noches al lado de los otros, señalando al cielo y narrándoles las historias que los griegos inventaron para cada constelación?

Número 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora