Séptimo acto: Por eso, no te preocupes

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Jungkook observaba el jardín a medio construir, el olor propio de la noche se mezclaba con el de tierra húmeda, su plan era reconstruir la casa en que se encontraban, instalar cámaras en el interior y exterior, trasladar a Taehyung, contratar al mejor equipo médico para cuidarlo y si tenía que mantenerse fuera de su vida para que él creyera que había escapado de su enemigo, así sería. Pero en su lugar Taehyung llegó al lugar con agujeros en el patio y cuartos a los que no se podía acceder porque habían demolido las paredes. Nada salía como deseaba y admitía que estaba cansado de nadar en una corriente que siempre se iba en su contra.

Se pasó una mano por el cabello, Taehyung no intentaría escapar del psiquiátrico sin una razón válida, siempre era así, intenciones chocando contra acciones que se salían de su control.

El hombre de cabello largo dormía, parecía exhausto y con justa razón, su cuerpo famélico se expuso al agotamiento de correr y luego vigilar sus espaldas de un enemigo que ya no podía recordar, avanzaba sin saber por qué, extraviado.

—Pero nunca has dejado de avanzar.

Jungkook entró a la habitación y tocó el cabello del castaño cuyas puntas maltratadas casi se sentían como espinas en su palma. Tae era fuerte, su instinto lo tenía frente a él, pese a todo, vivo.

La cálida luz que se colaba por una ventana sin cortinas tocó la mejilla del castaño haciéndolo despertar, se sentía extrañamente lúcido, sus pies dolían y sabía por qué, había escapado de un lugar, aún escuchaba voces tras él y cómo casi se lanza frente a un auto para pedir ayuda. Cualquiera pudo pasar de largo pero el hombre al interior lo llevó consigo y a juzgar por sus heridas tratadas lo curó y le dio un lugar donde pasar la noche.

—Ya despertaste— El hombre entró a la habitación con un pequeño plato que parecía contener avena caliente —¿Quieres?

Jungkook le entregó el plato, pero las manos frágiles de su chico no pudieron sostenerlo.

—Perdona, es un plato pesado— Dijo, con una pequeña sonrisa, tomó la cuchara y la llevó a los labios de Taehyung sin agregar nada más. El castaño abrió la boca y fingió masticar el contenido que era más líquido que sólido antes de tragar.

—Gracias.

Jungkook negó con la cabeza y esperó un momento antes de llevar otra cucharada hacia sus labios, Taehyung nuevamente abrió la boca y saboreó un poco de canela seguida de la avena, siguieron en silencio hasta que la comida se acabó.

—¿Te gustaría hablarme de lo que sucedió?

Taehyung bajó la mirada, debía parecer un loco y no podía negarlo, porque pensaba que posiblemente lo era.

—Yo...

Una parte de su cabeza lo invitaba a mentir, pero el hombre lo ayudó sin hacer preguntas, incluso ahora, le permitía hablar o seguir en silencio.

—Preferiría saber sobre ti.

Jungkook sonrió y se aclaró la garganta, tratando de deshacer el nudo que se le formaba, hace mucho que no tenía una conversación con su amado, la mirada que le dirigía ese momento estaba limpia de todo el odio con que lo veía en sus visitas, se permitió saborear ese momento de paz.

—Soy Jungkook, Jeon Jungkook. Trabajo como arquitecto y como ves, estoy remodelando esta casa.

—¿Vives aquí?

—Sí, bueno, apenas me he mudado.

—¿Vives...?— La pregunta se quedó un momento en el aire mientras Taehyung debatía si finalizarla o no, quería saber si Jungkook tenía una esposa, hijos, familia, pero sentía aprehensión a la respuesta, tal vez era por agradecimiento, o por infatuación, su salvador no solo era buena persona, también era atractivo.

Número 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora