𝟷𝟷

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8 de abril de 2007

Leila no sabía cuanto tiempo había estado dormida, pero cuando volteó a un lado divisó al chico de cabellos bicolor dormido.

Se levantó lentamente de la cama, intentando no despertarle, pues su cuerpo se encontraba adolorido por estar tanto tiempo en una sola posición.

Se asomó por la ventana, viendo que al parecer estaba a punto de amanecer, volteando por inercia al reloj de pared, con su característico "tic, tac" que indicaba los segundos.

Según el reloj eran alrededor de las 5:20 de la mañana.

Había dormido demasiado junto con el chico.

Pero después de todo, había recuperado sus horas de sueño que le faltaban.

Se sentó en aquella silla de escritorio sin hacer mucho ruido, volteando a ver al mayor.

Se quito aquellos tenis blancos y subió sus pies al borde de la silla, abrazando sus piernas, volteando en dirección a la ventana.

Desde esa posición todo era tan tranquilo, se sentía segura y feliz, aquel chico le brindaba tranquilidad.

Se quedó viendo la ventana, aún en aquella posición por un rato, sonriendo y pensando con los ojos cerrados, hasta que fue interrumpida por el mayor.

—Buen día, Leila. -Saludó adormilado.
—Buen día. -La menor le sonrió.

Ambos se miraban, con la chica aún sonriendo.

—¿Puedo besarte? -Preguntó tranquilamente el de ojos púrpuras.

Aquella pregunta desconcertó a la chica, además de haber provocado que se sonrojase.

Se limitó a asentir y bajo sus piernas de la silla, mientras colocaba sus pies cubiertos con unos calcetines en el piso y se paraba de la silla.

Rápidamente el chico se acercó y le agarró la cintura, uniendo sus labios en un beso tierno.

En algún momento debían separarse, y eso finalmente sucedió, mientras la fémina sonrojada volteó hacia abajo, por la vergüenza.

El mayor se limitó a reír, mientras recargaba su barbilla en la cabeza de la peli-negra.

—Leila, ¿Quisieras salir conmigo? -Preguntó aún sin cambiar su posición actual.

Tal pregunta tomó desprevenida a la chica, por lo que cuidadosamente se separó y volteó a ver la cara del chico, buscando algún indicio de que no fuese una broma.

Estaba sorprendida, de verdad lo estaba.

—Ouh, yo-, si, claro. -Estaba nerviosa.

El mayor asintió, agarrando nuevamente la cintura de la chica y atrayéndola a un abrazo.

—¿Celebramos durmiendo un poco más? -Preguntó, caminando aún en el abrazo, para después deshacerlo, apartar la colcha de la cama e invitar a la fémina a acostarse. —Oh, espera, ¿no quieres que te preste algo más cómodo? -Caminó hacia su closet y sacó una camiseta que le quedaría como un vestido.
—Gracias, iré a cambiarme. -Aviso caminando al baño, y una vez dentro de este se quito la blusa, doblándola, para después hacer lo mismo con el short y al final ponerse aquella camisa que olía al chico del que estaba enamorada.

 ❝ 𝘾𝙝𝙪𝙥𝙚𝙩𝙞𝙣𝙚𝙨  ❞  ↱ 𝙒𝙖𝙠𝙖𝙨𝙖 𝙄𝙢𝙖𝙪𝙨𝙝𝙞  ↲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora