La vie

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El amor como un sentir no era algo de lo que Hob Gadling pudiera sentirse enteramente orgulloso, quería pensar que era debido a su tiempo vivo que este pequeño y aun así gigantesco sentimiento no había sido nunca su fuerte; la vida de cualquier otro solía pasar por experiencias que marcaban cada pequeña decisión en sus vidas, en el caso de Hob, había tantas caras en blanco donde había puesto su sentimiento que por momentos sentía que este se había diluido a lo largo del tiempo; se sentía gastado y tan fugaz ponerse una y otra vez en esa situación que su pensar se vio guiado hacia lo mal que solía experimentarlo.

No es como si no supiera que esto estaba más allá de sus capacidades, al final el corazón es el que manda, ¿no?

No importaba cuantas veces tuviera que dejar ir a amantes, cuantos amigos morían una y otra vez y él se quedara atrás, no importaba esa vez en sus inicios donde vio como los hijos de sus hermanos morían a lo largo de los años, no importaba porque aquí lo importante era ese sentimiento que tuvo al poder casarse con su amada esposa, la felicidad de sostener por primera vez a su hijo, no importaba si este luego se vería opacado por la amargura de la muerte que se lo arrebataría después de entre sus manos; lo que al final importaba es que él había podido sentir.

Había noches donde Hob lo único que haría sería sentarse en una silla en su pequeño balcón e intentar recordar cada una de las personas que a lo largo de su existencia habían arrancado una parte del amor que era capaz de dar, a veces eran tantos que la mañana se asomaba con la música de un pájaro y aun así las páginas de ese cuaderno viejo seguirían llenándose.

No es que lo odiara, prueba de ello era el hecho de que aún seguía respirando; si odiara las consecuencias hace mucho que le hubiera pedido a su extraño favorito que le privara de vivir.

¿Y no era eso curioso?

Había noches como estas donde Dream solía preguntarle el por qué, y la verdad, nunca pudo responderle. ¿Por qué aún deseaba vivir? No lo sabía, quería ser capaz de relatarle con detalles poéticos su amor a la existencia, quería señalar con gracia las bellezas que suelen tener los años y como aún, a pesar del dolor espinoso en su soledad, aún quería volver a ver el sol en las mañanas. Hob quería ser capaz de soltar las palabras, pero usualmente solía responder de manera fácil.

"-Porque aún sigues preguntándolo, sería de mala educación rechazar una oferta ofrecida sin malas intenciones-"

Dream solía reaccionar de manera sutil a su respuesta, un suspiro casi inexistente y una suave curvatura en sus labios

Su amistad con el extraño había sido tal vez la única constante con la cual Hob supo siempre que iba a contar, pasaban cien años viendo a amigos morir, familia desaparecer, caras volverse borrosas, pero ser consciente de que al final de ello habría un alguien esperando por él en una mesa de una taberna creaba un sentimiento de pertenencia y tranquilidad del cual nunca sería capaz de decirle.

Y eso, somos todos conscientes, no salió como quería. Fue tal vez los años de silencio después de esa pelea sin sentido en el bar lo que hizo que el inmortal comenzara a reevaluar la importancia del seguir viviendo.

Nunca había querido hacer enojar al extraño, amaba su compañía, aun si no era capaz de decírselo, lo contaba entre sus amistades y una parte egoísta de sí mismo, quería pensar que él también era así de importante para el otro, fue ese impertinente deseo lo que comenzó la pelea. Fue cuando el extraño no apareció en la fecha acordada que Hob supo que lo había arruinado.

Ese hombre de cabello negro había sido la única constante en su vida, aun cuando no sabía de su existencia más allá de su rostro, ¿Qué se suponía que debería sentir ahora que esta única parte firme en su vida había decido dejarle también?

C'est la vieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora