Capitulo 3

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JADE

Era una maldita locura ¿Quién pensaría que estaría con una chica así de especial? Ni yo mismo me lo creía. No podía dejar de mirarla y cuando me miraba soltaba pequeñas sonrisas. Me gustaría tocar su pelo, no sé, eran emociones, sensaciones y sentimientos totalmente nuevos. Noté que no era muy abierta a lo que sentía, reservaba sus sentimientos. ¿Tendrá miedo? No lo sabía con exactitud, lo que sí sabía es que su alma era un amor. Cuando se sentía bien, intentaba tapar su boca o volteaba la mirada hacia otro lado, pero no podía disimularlo totalmente. Es tierna... en verdad, demasiado tierna, no le gusta que se lo diga, pero a la vez suelta pequeñas risas. Es hermosa, ahhhh, muy hermosa ¿Cómo se vería en la luz de la luna? Me encantaría verla. En lo profundo de mí, se activó un impulso, quería ¿abrazarla? Sí, quería abrazarla. Nos llevamos hablando poco tiempo, 2 horas más o menos, ¡pasan demasiado rápido! Es como si el tiempo se pusiera en velocidad multiplicada o como si estuviese en un viaje en el tiempo. Cuando se acabe nuestro encuentro.... ¿La volveré a ver...?

— Jessie... ¿Te volveré a ver? — quería verla de nuevo, tenía miedo que se fuera de aquí y que no volviéramos a hablar. Con ninguna persona encajé tan bien, pero con ella todo fue diferente.
— ¿Qué si me verás? Claro. ¿Por qué no? Dame tu número, así hablaremos.
— ¡En serio! Gracias. —Le di mi número y lo anotó en su celular.
Tenía que entrar a clases de programación de software. No sé a qué clases Jessie tenía que entrar. Se me olvidó preguntarle. Ya era hora de entrar a clases, así que nos íbamos despidiendo. No quería separarme, la veía cada rato y cuando volteaba a verme, yo agachaba mi mirada.

— Jade. No te preocupes, nos volveremos a ver. Lo prometo.
—... Está bien, te creo. — mi cabeza seguía mirando al suelo mientras ella me miraba. De repente sentí su mano en mi cabeza. Puso su dedo índice en mi mentón y lo levantó para que la mirara.
— Jade, mírame o te doy un calvazo.
— No, no, no. Está bien, yo te miro. — Me dio risa lo que dijo y en ese instante olvidé ese tonto miedo. Le creí.
— ¿Ves? No era tan difícil. Nos vemos después, por ahora hablemos por teléfono.

Se despidió de mí mandándome un beso. ¡Un beso! No me lo creí, ¿es real? Bueno... no me debo ilusionar. Siempre he sido de mostrar mis sentimientos, aunque no quiera, supongo que es malo, se puede aprovechar de mí. Aunque no creo que ella lo haga. Me pregunté si ella se sintió como yo en el momento que empezamos hablar, ¿habrá sentido una calidez en su corazón? Espero que sí, espero que se haya sentido especial. Luego de despedirnos, entré a mi clase. Siempre me hacía en una esquina alejada de todos, pero mi lugar fue removido de allí. Me tocó sentarme al lado de un chico que no conocía. No conocía a nadie. Cuando me senté él me miró.

— ¿Eres nuevo?
— Ah, no, no lo soy, ¿por qué?
— Por nada, solo que no te había visto en la clase.
— Es que... no me siento al lado de las personas. Todos los que ves aquí me ven raro, soy el bicho raro en sus mentes.
— Ja, ja, ja, son estúpidos. Un gusto, Aaron.
— Jade, yo soy Jade. — No lo entendía, ¿por qué me habló? ¿No vio nada raro en mí?
— ¿Te gusta la programación Jade? A mí sí que me gusta.
— Sí, me gusta la programación, el dibujo y la poesía.
— ¿Dibujo? A mí también, siento que me caerás bien. Tú vibra, es muy alegre.
— ¿alegre?
— ¡Sí! Se siente al hablar.
—Buenos días, jóvenes— el profesor entró al salón. Aaron y yo miramos al profe para prestar atención a la clase. No podía dejar de pensar en ella, en verdad no podía, me enredó su encanto y su misterio. No presté mucha atención a la clase, ya que la andaba ¿extrañando? Es algo tonto, supongo, ¿cómo me puedo enamorar de alguien que ni siquiera conozco completamente? En verdad no lo creía, ahora solo me falta confiar en su palabra.

— Jade
— Jade
— Jade
— ¡JADE!
— ¿Eh? ¿Qué? ¿Alguien me llamó? —lo dije casi gritando. Después vi a toda la clase mirándome, algunos se estaban riendo, otros solo me miraban y otros hablaban a mis espaldas.
— Jade, ¿prestaste atención?
— ¿Yo...? ¿Qué si presté atención? Ja, ja, ja... ¿Por qué no prestaría atención? Claro que presté atención...
— Si es así... ¿Qué estábamos viendo?
— Ammm, ammmm, estábamos viendo...
— ¿Viendo...?
— Exacto, eso, eso es lo que veíamos.
— Jade... — me lo dijo con una cara de burla y confundido.
— Jade... pero si no dijiste nada... solo te dije una pregunta, ja, ja, ja. ¿Te gusta alguien?
— No... ¿O sí? La verdad no lo sé, o bueno, tal vez lo sepa.
¿Qué no lo sabía? Era obvio que lo sabía, en mi mente estaba un retrato de su hermosa cara. Aun sin estar de la mano, sentía su calidez y sin hablarnos en este momento, sentía su dulzura.
— A ver Jade, sea lo que sea, presta atención. Mientras estabas en tu viaje a otro mundo, el profesor dijo que hiciéramos dúos y yo te elegí como mi compañero, así que presta atención.
— Oh... está bien, gracias por elegirme..., supongo.

¿Por qué me eligió? No lo tenía que hacer, creo. ¿Será mi segundo amigo? Tal vez podría convertirse en mi mejor amigo, quién sabe. Terminó la clase y ya me tenía que ir a mi casa. Quería llegar lo más veloz que podría llegar a serlo, quería ver su mensaje..., pero ¿y si no me escribe? No tengo mucha confianza en las personas, me cuesta, no confío ni en mí.... ¿Por qué no confío en mí? Tal vez porque no hablo con nadie, tan solo hablo con mi mamá, pero no es lo mismo, sí, paso buenos momentos con ella, pero tampoco puedo confiar en ella. A lo mejor sea un problema que tengo en mí, uno de muchos problemas. Espero que con Jessie sea diferente.
Pasé por el río Kanda, siempre paso, me gusta, aunque me trae malos recuerdos.... Me quedé quieto para mirar el río. Igual, quería despejar mi mente de pensamientos malos. En mí, entró una sensación de conformidad, como si estuviese libre de problemas, pero la realidad es cruel, ¿verdad? Cuando los cerezos florecen siempre vengo aquí, es hermoso verlo, pero me da miedo las personas cuando se reúnen en multitud, así que vengo de muy tarde.
Llegando a la casa saludé a mi mamá y hermanos como siempre.
— Jade, ¿estás aquí? —preguntó mi madre.

— Si mamá, estoy aquí. —Fui donde ella para darle un beso y hablar un rato.
— ¿Cómo te fue?
— Supongo que bien, no, no lo supongo ¡ME FUE DE MARAVILLA!
— ¿por qué?
— Conocí a una chica maravillosa y creo que me gusta.
— ¿¡En verdad!?
— Si ma.
— Hijo..., perdón.
— ¿Mmmm?
— Sí..., pensaba que eras gay...
— ¿¡QUEEEE!? MAMÁ, noooo ja, ja, ja. Y si lo fuera... ¿Sería algo malo?
— No.

Bueno... entiendo el porqué pensó eso. En mi habitación hay posters de personas que van al Gym, todos son hombres, tengo muy poco de mujeres... Sí, me gusta el Gym, de hecho, voy al gimnasio, pero no me gusta mostrar los resultados, por ahora.
De repente suena una notificación en mi celular. Era de Jessie. El mensaje decía —Holaaaa, soy Jessie. — ¡verdad! Lo había olvidado, había olvidado que le di mi número. Y yo quejándome porque pensaba que me dejaría de hablar y se me olvida. Qué tonto.

— Holaaaa Jessie ¿ya tas en la casa?
— Si ¿tú?
— Sip. Te tengo algo que contar.
— ¿Qué cosa?
— ¡mi mamá pensaba que era gay! Ja, ja, ja.
— ¿En serio? Ja, ja, ja  
— Siii, es que le dije que te había conocido y cuando se lo dije, mi mamá se alegró.
— Owww ya le hablas a tu madre de mí. Por cierto, ¿qué hacías en el río Kanda?
— Estaba distrayéndome un poco, tenía mucho en que pensar.
— Y en que pensabas ¿Pensabas en mí?
— También y de los problemas, deberías ir allí, relaja.
— Lo sé, también voy a despejarme. Deberíamos ir un día de estos tú y yo ¿no lo crees?
— ¡En verdad! Claro, sí, hay que ir.
¿Sería una cita? Ojalá sea una cita. Mi corazón se aceleraba y el interés crecía cada vez más. Ya quería volver a verla y hablar de cosas ¿Estúpidas? ¿Tontas? ¿Interesantes? Quería hablar de lo que fuera con ella
— Jessie ¿has cuidado el dibujo?
— Claro, lo he cuidado.
— Eso, cuídalo porque te pateo, ja, ja, ja.
— ¿Patearme? Hazlo y verás algo peor.
— Ja, ja, ja, es joda, ¿o no?
— Si me pateas no es joda, si no me pateas es joda.

Me reía con sus mensajes, aunque no causaran gracia. El amor nos hace diferentes, somos como unos niños cuando descubren algo. De hecho, era un deseo, quería volver a sentirme así. Quería ser un niño, quería ser feliz... Ojalá esta felicidad durara para siempre, todos sabemos que nada dura para siempre. Pero..., es parte del sentido de la vida, ¿no? La felicidad, el amor, la tristeza, la decepción, la ira, el enojo y muchas cosas más nos hacen sentir que somos humanos, que somos frágiles, que estamos vivos, que somos tontos...

Niebla rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora