• Capítulo Único •

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El padre de George estaba muerto.

Su padre estaba muerto.

—Hay un club —le había dicho en esos primeros momentos en que George se estaba aferrando a su cordura por apenas un par de hilos deshilachados—, y no entras en él hasta que llega el día.

George odiaba ser parte de ese club ahora, tanto como podía odiar lo injusto que era el mundo.

En esos primeros momentos, justo después de que se alejara de Cristina, se había dejado caer en una banca alejada de la entrada mientras el mundo se detenía para él. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, pero George no hizo sonido alguno, ni siquiera se movió. Su mirada se perdió en el tapiz de estrellas que cubría el cielo nocturno mientras se preguntaba cuando había sido la última vez que su padre había estado en el exterior mirando al cielo, y en el como ya nunca lo haría de nuevo.

Ahí lo encontró Alex. ¿Horas o minutos después? No lo sabía y, honestamente, tampoco le importaba. Se sentía como si nada importara.

Alex no dice nada, lo que es una sorpresa. Simplemente se sienta ahí con George a mirar las estrellas.

—¿Sabes? —George habla de pronto, su tono de voz lejano y ligeramente tembloroso—, Él sabe-sabía en el nombre de todas estas constelaciones. Solo lo aprendió porque solía gustarme y- y él intentaba que tuviéramos cosas en común.

Es horrible: Que de ahora en adelante siempre hablará de su padre en tiempo pasado.

—Suena como un gran hombre —dice Alex, completamente honesto. Y George está demasiado destrozado en éste momento como para preguntarse el porqué Alex vino aquí, a hacerle compañía, cuando últimamente lo evita como la peste, cuando siempre ha esquivado con palabras mordaces todos los intentos de George de acercarse a él.

—Lo era —George asiente, sintiendo que se ahoga, y se limpia bruscamente las lágrimas con la manga de su sudadera.

Alex pone una mano insegura en su hombro y de repente George ya no puede soportarlo.

Se pone de pie bruscamente:—Tengo que ir a ver a mamá. Y mis hermanos. Es- no es- Ellos- —George se cubre la cara con las manos.

De repente, alguien, Alex, quita lentamente las manos de su rostro y las mantiene envueltas alrededor de sus muñecas.

Se miran por un instante demasiado largo, pero el dolor es demasiado como para que George se de cuenta de la extraña mirada, la nueva mirada que Alex está usando para observarlo ahora.

—Te acompaño de regreso —dice Alex finalmente. Lo toma del brazo y lo guía de regreso cuando George no encuentra la fuerza para volver a ese lugar por su cuenta—. Te tengo, O'Malley.

Es absurdo pero, de nuevo, no hay espacio en la cabeza de George para cuestionarlo. En éste momento, cuando debe volver para sostener a su familia a través de todo esto, desea profundamente que alguien lo sostenga también, aunque solo sea un minuto, aunque solo sea Alex Karev.

_______________

George había intentado todo para adormecer el dolor. Los primeros días, Callie ayudaba con eso. Sin embargo, Izzie le hizo darse cuenta de que aquello no era más que un mecanismo de afrontamiento, que no estaba pensando con claridad y que le dolería.

Izzie habló por la experiencia de su propia perdida, y tenía razón.

Así que George terminó con Callie y se recostó un día entero en el piso de su habitación, con la vista fija en el techo mientras recordaba...

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2023 ⏰

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