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¡Corre, corre, corre, corre que te alcanza!
Por más que mis pies corrían lo más rápido que podían, es como si disminuyera la velocidad a propósito para cuando esa cosa me atrape y quede a su merced, sin tener escapatoria. Sentía que estar corriendo entre los infinitos pasillos me tomaba una eternidad, yendo de un lado a otro con tal de perder al monstruo que me seguía.
Mi respiración se entrecortó al notar dos pasillos en cada lado, en milisegundos escogí el de la izquierda, sin tomarme el tiempo de ver hacia atrás por si venía la bestia en mi búsqueda.
¡Esa cosa no se rendía!
Estaba demasiado cansado como para seguir este tonto juego de persecución, que hasta tropecé con mis propios piés, y gracias al impulso por la que corría, que terminé rodando hasta chocar con lo que parecía ser, el final del pasillo.
Tosía por la falta de aire que me faltaba en estos momentos, al mismo tiempo que respiraba entrecortado por lo sucedido.
Mi vista se fijó en el piso, dejándome estático... la sangre espesa y roja que se encontraba en el suelo, ya lo tenía en mi ropa y en mis manos, sin duda quedé en shock por eso que no pude gritar de lo asustado que me encontraba.
-... ¿q-qu-é, qué...?
Mis ojos se abrieron como platos al ver en frente mío un rostro desfigurado y masacrado, no tenía ojos, en su lugar sólo habitaban las cuencas de sus oscuros párpados. S-Su piel grisácea lo tenía bañado en un líquido verde, mientras su cabello profundamente negro se elevaba como si estuviera furioso.
Lo más tenebroso que pude haber oído fue su voz de ultratumba, mientras una sonrisa vacía y torcida fue lo último que ví.
En ese momento sentí el verdadero terror.
-¡ME VES! ¡¡PUEDES VERME!!
Supe de inmediato que yo mismo cavé mi propia tumba al ver en cámara lenta, como ese ente convierte su cabello en cuchillas para atravesar mi débil cuerpo, dejando manchas de sangre por doquier...
-¡Nooo!
Rápidamente se sienta en la cama, tomando grandes bocanadas de aire al sentirse presionado por alguna razón, sus ojos se encontraban abiertos de sobremanera que apenas y asimilaba lo sucedido.
-¿Estás bien, aniki*¹?
El pelinegro de iris ceniza voltea consternado hacia la voz preocupada y masculina de cierto chico, quien miraba con atisbo de preocupación a su aniki. Sin embargo, el ojigris tranquiliza su respiración al notar que sólo había sido una pesadilla, de la cual se sintió profundamente aliviado de haber despertado.
