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Debo admitir que desde pequeño, siempre era muy miedoso, tanto que hasta recuerdo haberme hecho pipí en la cama por tener pesadillas con el maldito muñeco llamado Chucky. Es bien sabido que con el tiempo, uno va cambiando de perspectiva, sobretodo en la madurez, fue entonces que dejé de tenerle miedo a la mayoría de las cosas, puesto que sabía que todo lo relacionado con las películas de terror, era sólo cienciaficción.
Por eso siempre ignoraba los temas fantasmales y todo lo que estuviera relacionado con lo paranormal; siendo sincero, esos temas me daban igual, siempre y cuando respetaba el tema oscuro por si alguien gustaba de aquello, aunque creo que la mayoría de la gente es indiferente ante el ocultismo.
Sin embargo, cuando creí que jamás viviría una situación tan tensa e inquietante cómo está, ¡Justamente estoy cagado de miedo, literalmente!
El fantasma seguía parado en frente mío, obstruyendo en mi campo de visión al supuesto bravucón que iba a darme una paliza, para mi mala suerte, era de la misma estatura que el pelirrubio, tanto era el miedo de ser notado por ese fantasma de aspecto lúgubre, que rezaba a cualquier ser existente de la tierra con tal de salir de esta complicada situación.
Mi mente quedó en blanco por el temor de ver aquel fantasma tan horripilante que he visto en mi vida, sin mencionar que su estatura casi igualaba al del bravucón, inconscientemente pude apretar los puños fuertemente de la impotencia, no dejé de alzar la mirada en todo momento. Lastimosamente, tener al espíritu en frente, no ayuda para nada, especialmente si el pelirrubio sigue acorralándome.
—¡Oe!—. Me sobresalté asustado por el repentino grito del ojidorado, quien golpeó fuertemente la pared que justamente dió a un lado de mi cabeza. —Si vuelves a cruzarte en mi territorio, estarás en graves problemas. No me importa si sales llorando como un debilucho.
—“¡Claro! Insultame todo lo que quieras. Lo único que quiero es irme de aquí.”— Grité internamente cuando ese monstruo fantasmal acerca su rostro al mío, soltando un suspiro verde que me causó náuseas.
—Vayánse...— Como si hiciéramos contacto visual, miré inexpresivo al fantasma de aspecto deplorable, sus cuencas tan grandes como sus ojos siguieron observándome inquisitivamente. —Por favor...
Era todo, las lágrimas querían salir por ver semejante espectro que seguramente tendría pesadillas después, del mismo modo quería gritar con todas mis fuerzas por el sentimiento amargo y temeroso que sentía en estos momentos.
Honestamente, no me importaba ser bulleado por un bravucón sacado de un anime cliché, sino que, añoraba con todas mis fuerzas que esa cosa se fuera de mi vista para siempre.
