Prólogo

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Año 1901


Castillo de Reyes


Tierras altas


Escocia




Reunión de un clan, de una raza que no debería existir. Una raza peligrosa, oscura. Que si el ser humano imaginara de su real existencia preferiría morir a seguir viviendo, y ver de qué serían capaces de hacer estos seres solo porque alguien conociera su secreto.


Ellos se alimentan sí, pero de algo que nos es imposible de creer, y que nos parecería terrorífico, espeluznante y que solo con pensarlo nos pone la piel de gallina. Únicamente se alimentan de sangre y si es humana un tanto mejor.


—¡Él, ha nacido! —anunciaba uno de los vampiros mayores acercándose corriendo a la sala de reuniones—. Ha nacido el que traerá la desgracia a los de nuestra raza.


—¡Nuestros mayores lo predijeron y el momento ha llegado!


—¡Siempre tenían razón!


—¡Siempre acertaban en sus predicciones! —gritaron algunos de los presentes espantados, refiriéndose a los antiguos profetas.


—¡Tenemos que decidir qué hacer para evitar el desastre! —aportaba otro de los vampiros.


—¡Hay que poner remedio esta misma noche! —Uno de los jóvenes reunidos se levantaba de su asiento para intentar hacerse escuchar por encima de las voces de los demás.


—¡Si la profecía se cumple nos eliminarán a todos! —El mismo vampiro que había llevado la noticia se cubrió la cara con las manos desesperado.


El rey se había mantenido al margen hasta el momento, escuchando las barbaridades que decían el resto, pero viendo que sus súbditos se estaban dejando llevar por el pánico, y que aquella actitud no vaticinaba nada bueno tuvo que intervenir:


—¡Dejar de decir sandeces, hay que pensar un poco antes de tomar una decisión tan importante! ¡Faltan ochenta años para que ella llegue al mundo! —dijo en voz lo suficientemente alta, para que todos le oyeran, pero los presentes parecían no haber escuchado sus palabras. Seguían sumidos en la discusión, gritando entre diversidad de opiniones. — ¡Silencio! —boceó dando un manotazo encima de la superficie de la mesa, para llamar la atención de todos, y hacerse oír por encima de los alborotadores—. ¡No vamos a precipitarnos!


Todas las voces se acallaron dejando un pesado silencio en la sala.


—No es solo tu pellejo el que está en peligro. —Nicolau uno de los vampiros más ancianos del castillo, se levantó de su asiento y apoyó las manos sobre el tablón—. ¡Esta decisión la tomaremos entre todos! — indicó intentando pasar por encima de los dictados del rey.

ALMA Y EL MESTIZO (LA DESTRUCTORA VOLUMEN I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora