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La comida estaba extraordinariamente buena, y considerando que Mercy no había comido desde que había llegado, era el mejor regalo que la vida pudo darle. Era pollo, algo llamado "cotoletta", que básicamente era una milanesa en alguna clase de salsa extraordinariamente deliciosa.

Mercy tenía demasiada hambre si se ponía a detallar cada sabor del pollo en vez de notar la mano de Luke sobre la pierna de Michael. Bueno, ahora lo estaba haciendo. Ellos estaban frente a ella en la larga mesa, y podía darse cuenta por la forma en la que el ancho hombro del rubio se prolongaba hasta Michael. Lo sabía porque Michael había hecho con ella un millón de veces.

—No sé qué quieran hacer ustedes —comenzó Calum, con la boca llena—, pero como es mi cumpleaños no me importa lo que digan: tenemos que salir de aquí.

—Pero... —comenzó a protestar Frences

—Sin peros, Wright —Calum se echó a reír—. Iremos al puente, a algún lado donde la tensión pueda ser drenada. ¿Vale?

—Vale —dijeron todos.

Terminaron en el puente, entonces. Nadie iba un lunes a pasar el rato más que ellos, porque eran los único vagos graduados que rondaban por San Francisco.

Ese lugar —el que podía apreciar mejor sin estar a ochenta kilómetros por hora— le recordaba varias cosas. La graduación era una de ellas. Asistieron como media hora a que les dieran sus diplomas y luego vinieron aquí. Su toga seguía en el departamento, por cierto. Lo otro que recordaba era aquel día en la playa con Michael, antes incluso de besarse por primera vez. Parecía que habían pasado tres o cuatro libros de Stephenie Meyer desde entonces. Un año, casi.

Entonces Calum se sentó a su lado en la arena rocosa, y por un segundo su sonrisa hizo que casi todo estuviese bien. Mercy inclinó su cabeza en su hombro y respiró hondo. La playa la calmaba, como si no hubiese estado a punto de golpear a Michael por una jodida toalla amarilla.

—Eso fue bastante ridículo —se echó a reír él.

—Dímelo a mí.

—Creo que él sólo te extraña mucho.

—O me odia.

Eso había sonado bastante mal. Mercy sabía que Michael no quería verla, pero que aún sentía algo por ella porque de otra forma no buscaría constantes enfrentamientos. ¿Podría odiarla, sin embargo? Mercy sintió que no tenía derecho.

—Frences me dijo que tú me crees —susurró luego de un rato, enderezando su cabeza.

—Lo hago —asintió.

—¿Por qué?

Calum sonrió. Con el sol en la cara su piel parecía más suave y era inclusive más guapo. Se encogió de hombros, aun sonriendo y mirándola.

—Te conozco, Mercy. Y además tengo una naturaleza curiosa. Como, por ejemplo: Todos creen que te fuiste sin ninguna razón, de la nada; que te esfumaste. La realidad es que hubo una fiesta antes de que te fueras. Dijiste que no irías, pero yo te vi. Estuviste ahí como por media hora y te fuiste de nuevo. Michael se fue a quince minutos para la una, por alguna razón. Hay tres trenes que salen a la una, con veinte minutos de diferencia. Michael debió haber llegado a casa en quince minutos, y tomaste el tren casi inmediatamente luego de eso. Esperaste por Michael, y luego te fuiste. Eso quiere decir que lo pensaste. Que algo sucedió en la fiesta, que hizo que tuvieras que irte y luego dejar la cuidad. Pero tenías que ver a Michel antes de irte.

Mercy se alejó de Calum, asustada. Esa capacidad lógica era demasiado para ella. No sabía si reírse o pedirle un autógrafo. Él lo había deducido, había encajado casi todas las piezas. Todo era cierto. Lo único que no sabía, el único período de tiempo que no le encajaba era esa media hora que ella había durado en la fiesta.

—Me refiero a que si hubieses querido dejarlo de pronto, hubieses escogido cualquier otra ocasión más aleatoria que una fiesta.

—¿Qué tendría de especial una fiesta?

—Las fiestas son lugares donde la gente bebe y se droga y hace cosas estúpidas. Yo simplemente sé que Michael hizo algo para que te fueras, pero no lo recuerda. Y tú dejaste que no lo recordara. Sabías que sufriría, y lo dejaste porque probablemente sabías que se lo merecía.

Nunca se había sentido tan comprendida.

—¿Entonces? —preguntó ella.

—Entonces tengo que preguntar, ¿qué sucedió?

Mercy se puso de pie. Nadie estaba cerca como para haber escuchado. Esperó que Calum la siguiera y comenzaron a caminar. Mercy no se sentía dispuesta, pero no estaba tan indispuesta como con Frences.

—Hiciste tu tarea, por lo que veo. —se echaron a reír—. Gracias por defenderme, necesitaba una jodida persona que no me hiciera cuestionarme mis motivos.

—Tengo que confesar que al principio quería ir a buscarte y matarte por hacerle eso a Michael, pero luego me dije a mí mismo que no podía ser tan jodidamente sencillo. No me des tanto crédito, yo también dudé de ti.

Mercy le sonrió, sin darle importancia. Para ella, lo que en verdad importaba era que él había buscado la manera de entender el porqué de sus actos. No como Frences, Luke o Ashton, quienes o se habían aprovechado o simplemente le habían atribuido toda la culpa.

—Hay otra cosa que tengo que confesar.

—A veces su honestidad me da ganas de vomitar mi almuerzo.

—Pero es necesario. —Mercy sintió—. Yo estoy bastante, como, seguro de que Michael aun te quiere.

Mercy no sabía qué decir sobre eso, ni quería profundizar en ello, así que lo dejó pasar.

—Feliz cumpleaños, Calum.

Él la abrazó, dándole el apoyo que tanto necesitaba.










todos deberíamos ir a abrazar a calum en manada, you know

ya van atando los cabos de lo que sucedió, muajaja

tengo que ser sincera y decir que este cap es el último que tengo escrito. no es una falta de inspiración, tranquilas, sino que he estado escribiendo otro fic que publicaré pronto y he estado leyendo como treinta libros lol


PD: LOS GIF QUE ESCOJO ME HACEN LLORAR.

xx.

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