Gojo toma una profunda respiración mientras aún está frente a la casita de Nanami. Sabe que el omega ha salido de compras, se lo dijo poco antes de salir.
No es que Satoru haya esperado que Nanami no estuviera en casa para hacer lo que va a hacer. O, bueno, si quiere ser totalmente honesto consigo mismo, entonces sí lo hizo.
Siente que no podrá hablar de alfa a alfita si su omega está presente. Sobre todo porque está seguro de que el mocoso usará cualquier cosa para hacerse la víctima.
Está harto y cansado.
Acaba de comprar el anillo de compromiso. O, dicho de una manera más exacta, acaba de recogerlo de la joyería. Un fino diseño, fino diamante, fino acabado. Es uno de los mejores anillos que la boutique ha diseñado. No hay uno similar, Satoru es lo suficientemente engreído como para que así sea. Ningún anillo que vio le pareció tener los calibres exactos que debería llevar el omega consorte de los Gojo. No es una decisión a la ligera.
Está dispuesto a pedir la mano tan pronto como sea oportuno. Pero antes que cualquier cosa, tiene que saldar cuentas y dejar el camino en paz para ambos. Al menos dentro de lo que pueden estar en paz.
Y eso incluye que los hijos de Nanami estén de acuerdo con esto. O, al menos, no intenten sabotear la boda ni el mismo matrimonio. Todo tiene que saldarse, ya hay demasiadas personas en contra de esta unión como para tener enemigos dentro del seno familiar. Porque, quieran o no, serán una manada.
Es por eso que está aquí.
Así, cuando toca la puerta, es el mocoso del mal quien le abre. Gojo cada vez está más seguro de que Sukuna debe tener relación alguna con esa maldición que lleva su mismo nombre. Pero es un misterio que, aparentemente, Nanami tampoco puede resolver.
Al final, todo lo que importa es que Satoru tiene que dejarle las cosas en claro al niño.
—Qué quieres. —El niño le gruñe, antes de rodar los ojos—. Nanami no está.
El niño ni siquiera espera a que Gojo responda, tiene todas las intenciones de cerrarle la puerta en la cara. Y, antes de que lo haga, el alfa albino coloca su mano sobre el material frío, haciendo un poco de presión y así evitar que el niño se salga con la suya.
—De hecho, pequeño Sukuna... —Satoru empieza, una sonrisa autosuficiente—. He venido a hablar contigo.
El menor entrecierra los ojos, al parecer en su mente se debate entre dejarlo entrar a la casita o mandarlo al diablo. Probablemente quiera hacer lo segundo, pero eso significaría que Sukuna le teme, o algo similar, y el niño jamás dejará que algo así suceda, incluso si solo es algo implícito.
Al final, el niño lo deja pasar, pero se mantiene a una distancia prudente, esperando al acecho, como si Satoru fuera el invasor. Y es que en el crudo estricto sentido de la palabra, así es. Satoru aún no es el alfa de Nanami, esta no es su manada.
Aún.
—Habla de una vez y luego vete. —El niño gruñe.
—Realmente eres muy maleducado. —El alfa mayor espeta—. Eso es algo extraño porque Yuuji fue criado en igualdad y él es más decente.
Sukuna rueda los ojos, gruñendo más.
—Mira, estoy aquí porque ambos sabemos que has sido un bastardo con respecto a la relación que tengo con Nanami. —Gojo empieza, sin rodeos.
—¿Has venido a llorar? —El niño sonríe de lado, demasiado burlesco como para que el orgullo del albino lo tolere.
—No seas engreído. —El alfa se defiende—. He venido a ponerte un pare. No me gusta que te entrometas en la felicidad de Nanami-
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Troublemaker Son / Fic # 7
RomanceGojo está cortejando a Nanami oficialmente. Y, si quieren casarse, es una cortesía que Megumi, Tsumiki, Yuuji y Sukuna aprueben la unión. El problema está en que Sukuna no quiere aceptarlo, él cree que Gojo no es el alfa indicado para Nanami, y hará...