capítulo XXXVI

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- ¿no te parece que los matrimonios concertados son una puta mierda? Estoy harta de que intenten emparejarme con alguien que no conozco sólo por el dinero- chica

- te comprendo, mi padre me obliga a casarme con una chica pero estoy enamorado de otra de clase... baja... Y pues dudo que mi padre me permita salir con ella- Rantaro

- ¿Pues entonces no soy la única que quiere estar en contra de este sistema? ¡vaya! Esto si que es... raro, pensé que a todos los niños y niñas de papá estaban de acuerdo con esto- chica

- ¿cómo vamos a estar de acuerdo si jo podemos sentirnos felices con nuestra propia pareja? Ni siquiera podemos llegar a comprenderla por que podemos llegar a ser personas completamente diferentes y opuestas, pero tenemos que salir por obligación...- Rantaro

- ... - chica

- A mi también me alegra... saber que alguien piensa igual que yo en este tema...- Rantaro

- como sea... ¿cuál es tu nombre plebeyo?- chica

- Que pensemos igual no significa que no siga odiandote- Rantaro

- ¿como? ¿me odias? ¿por que?- chica

- No se, tal vez por que me has golpeado en la cabeza con una roca y me has dejado inconciente y me encerraste en una jaula- Rantaro

- Ay, pobrecito mi querido plebeyo, ¡parace que lo he tratado muy mal!- chica

- No te hagas la tonta, ¿mejor por qué no me liberas y así estamos en paz?- Rantaro

- Ni en broma, no te dejaré ir tan fácilmente- chica

La chica se fue y dejó a Rantaro sentado en la silla

¿puedo... escapar...?

Rantaro se levantó y se fue corriendo, pero la chica le agarró de la cuerda y lo jalo bruscamente haciendo que Rantaro caiga al suelo.
Lo agarró de los brazos y lo arrastró hacia la silla donde volvió a sentarlo nuevamente, después volvió a irse y volvió con un puñal y un látigo

- ¿Q...que va sa hacerme?- Rantaro

- vas a hablar, o por las buenas, o por las malas...- chica

La chica le retiró la capa, el chaleco y la camisa a Rantaro y acercó el puñal a su pecho descubierto y le miro a los ojos con una sonrisilla siniestra

- ¿y bien? ¿piensas hablar?- chica

- yo...- Rantaro

La chica acercó tanto el puñal a su piel que comenzó a cortarle

- ¿continuó?- chica

- No... ¡Por favor!- Rantaro

Ella le incrustó más el puñal en su piel, cada vez salía más sangre de su pecho

- ¡¡PARA!! ¡¡POR FAVOR!!- Rantaro

- Jajaja, esto es tan excitante... quiero que sigas con esos gritos de dolor... continúa...- chica

- mi nombre... es Rantaro Amami...- Rantaro

- y hasta que por fin habla, yo quería seguir escuchando tus quejidos y ver como tu sangre salía de tu pecho...- chica

- en todo caso... ya he respondido, ¿por que estoy aquí?- Rantaro

- ¿pensabas que te diría el por qué si sólo me decías tu nombre? Eres penoso, para eso tienes que decirme más- chica

- ¿pero qué más quieres que te diga?- Rantaro

- debes de saber del conflicto que se ha generado en Minashi y en Hokaro, y bien, ¿de cual bando estas?- chica

- yo no estoy en ningún bando- Rantaro

- ¿como?- chica

- esto de la guerra me parece una completa estupidez, estaría de parte de Hokaro por no generarlo pero el también quiere seguir con esto, por ese motivo no estoy de ningún bando, ni de Hokaro ni de Minashi. Me da igual si ambos reinos acaban en las ruinas, pero si se meten con mi reino se van a enterar...- Rantaro

- aahhh es verdad que tu eras el príncipe Rantaro del reino de Lusckon... se me había olvidado...- chica

- Tienes razón, yo soy el príncipe del reino de Lusc...- Rantaro

- entonces tengo a un príncipe como mi plebeyo... ¡qué excitante! ¡nos lo vamos a pasar genial!- chica

- ¿Qué...?- Rantaro

- Ay, mi querido plebeyo/príncipe, esto que ves aquí...- chica

La chica señala los cortes del pecho que le hizo

- No es nada comparado con todo lo que tengo pensado hacerte... por eso mismo digo que nos la vamos a pasar genial...- chica

La chica se acercó a la cara de Rantaro y le lamio la mejilla

- ¿como puedes ser capaz de hacer esto?- Rantaro

- Siendo capaz. Anda, vete a tu jaula, que tu reina tiene cosas que hacer- chica

Uɴ ᴀᴍᴏʀ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora