03| Bailando para el diablo

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La tensión en el auto era palpable, ambos estábamos muy cerca del otro, nuestras respiraciones por poco se mezclaban y el roce de nuestros cuerpos me estaba empezando a gustar pero aquel momento se cortó en el justo instante en el que el chofer detuvo el auto frente a un gran edificio que conocía bastantante bien,uno de los hoteles más lujosos, caros y prestigiosos de la isla.

Mientras uno de los guardaespaldas del señor Zimmerman me abría la puerta del auto yo recordaba como años atrás cuando era apenas una niña, soñaba con poder hospedarme al menos una noche en este lugar. La gente de la isla solía decir que en el último piso había múltiples cosas bañadas en oro puro además de varias decoraciones hechas con hermosos diamantes que solo los más ricos llegaban a conocer.

Alec bajó del auto y sacándome del trance puso una de sus manos en mi cintura dándome un ligero empujón para que siguiera caminando, lo que provocó en mí una leve corriente que recorrió mi espalda hasta donde él aun posaba sus manos. Así mismo, me guió hasta que nos abrieron la puerta del edificio dándonos paso al que era probablemente el suelo más caro que pisaría en mi vida entera.

El marmol blanco del piso contrastaba a la perfeccion con las paredes cafe y negro entre pequeños detalles dorados gracias al acabado de los muros. Los techos estaban a más de tres o cuatro metros sobre el piso, decorado con hermosos candelabros que iluminaban el lugar entre velas, luces blancas calidas, y algunas rojas/ azules en ciertos rincones para mostrar con cautela una decoración divina en uno de los muros principales en el lobby.

—Es alucinante— Mi voz salió de mis cuerdas vocales en un leve susurro que pronto se llevó el viento.

—Estoy completamente de acuerdo— respondió él de todas maneras y con su mano me señaló por donde debía seguir. Luego de recorrer un largo pasillo llegamos al restaurante del hotel, el cual desbordaba elegancia y glamour.

Había dos divisiones, una de estas era especial para huéspedes, la otra era algo más alejada de esta, con un ambiente silencioso y tranquilo que incluía una vista directa hacia el mar. Alec me llevó a la mesa más apartada de los demás, desde esta se podía ver un perfecto panorama de cómo el cielo se juntaba a lo lejos con el mar, mientras el sol apenas estaba terminando de salir.

Apenas nos sentamos, rápidamente un par de meseros se acercaron a la mesa, uno de ellos dejó el menú frente a cada uno y el otro nos sirvió un par de copas de champagne, dejándonos claro que estarian disponibles para nuestra mesa en el momento que decidieramos lo que íbamos a pedir. Alec empezó a revisar el menú mientras yo aun miraba a mi alrededor.

—Debes estar acostumbrado a esto— Le dije y agarre con delicadeza la copa de champán, llevandomela a los labios y dándole un ligero sorbo.

—Si, este tipo de lugares son completamente ordinarios para mi— Su mirada llega a la mía al instante, profunda y directa, pero más suave que aquella primera vez.

—Después de tenerlo todo ya nada puede sorprenderte— Apoyo mi brazo ligeramente sobre la mesa, sosteniendole la mirada.

—Aún no lo tengo todo— logro observar cómo su mano toma con delicadeza la copa y la lleva a sus labios, bebiendo un poco del líquido en esta.

—¿Qué es lo que le falta?— Imito su gesto.

—Podría responder su pregunta si usted responde a la mía primero— le da un sorbo más a su copa —¿Por qué aceptó salir conmigo? ¿Solo por simpatía?

—Una cosa conlleva a la otra— entrelazo mis manos y un golpe de valor llega a mi para preguntarle —¿Usted por qué me invitó a salir?

—Interés— respondió sin duda alguna.

Consecuencia Impredecible [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora