One shots y Drabbles|| MarcoAce edition.

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El viento que se deslizaba por la ventana haciendo que las cortinas de la litera se agitaran en son del ambiente y dejando a la vista la luz de las velas que rodeaba e iluminaba la habitación. En el medio del lugar se podía apreciar la esbelta figura del rey del país, en conjunto de su más leal caballero.

Marco acarició sus nudillos dulcemente dándoles un pequeño apretón en el proceso. "No te preocupes, solucionare esto tan pronto pueda estar contigo."

Ace miró al rey que se encontraba arrodillado frente a él y no pudo evitar una vacilación en su pecho. "No se supone que debas hacer esto, su majestad." Susurró penosamente.

El rubio le miro con anhelo y acercó sus labios hacía sus dedos. "Pero quiero." Murmuró contra su piel, provocándole escalofríos.

"Solo soy un simple caballero, no tengo él derecho de interponerme entre su compromiso con la princesa de Dressrosa y aún más teniendo en cuenta los beneficios que puede brindar al reino." Espetó Ace, un tirón de dolor en su corazón seguía palpitando ante la idea del ojiazul con alguien más, pero estaba al tanto desde el inicio que su amor debía ser meramente imposible.

El agarre de Marco se intensificó y Ace pudo ver la mirada determinada del mayor. "¿Cuantas veces debería decirte que eres mío para que sepas la intensidad de mis sentimientos?" Declaró mientras brindaba un beso hacía sus nudillos.

Ace tragó lentamente mientras sentía que sus rodillas estaban a punto de derrumbarse y con la garganta hecha un nudo, dejó que las manos del contrarío rodeará su cintura. "Marco..." Dijo piadosamente.

"Déjame cuidar de ti, esta noche." Y el corazón de Ace fue demasiado débil para siquiera negarse cuando los fuertes brazos del rubio lo atrajeron hacía su pecho. "Por favor."

Las promesas y los sueños de tener a Marco para solo el mismo volvieron a vagar en su mente. Sus pensamientos eran pecaminosos, pero tan sinceros que casi podía sentirlos sangrar.

Sabía que estaba prohibido y que como caballero del Rey, no debía dejar que sus sentimientos le cegaran, pero aún así, de alguna forma terminaron en esa posición.

Ni siquiera Ace tenía idea de como termino besando a Marco debajo de las estrellas después de un día de mucho estrés y de como dicha acción siguió ocurriendo día tras día, hasta convertirse en una costumbre.

Ace iría a la recámara del rubio con la excusa de discutir los planes de los días siguiente y acabaría con ellos dos besándose apasionadamente mientras redactarán su amor a través de las caricias y gemidos.

Era un proceso adictivo y más cuando para Ace, los brazos de Marco eran tan cálidos y amables con su cuerpo, de alguna forma se sentía como si hubieran sido hechos para poseerlo y Ace no podía evitar derretirse como mantequilla cada vez que el rubio le besaba y le prometía la vida eterna.

Pero aún así, Ace sabía que tarde o temprano todo se acabaría y aunque su destino peligrara, estaba feliz de que su vida terminará por alguien que amaba tanto.

Sin embargo, durante esa noche, mientras cerraba los ojos y dejaba que los labios de su Rey recorrieran su cuerpo, no pudo evitar creer en todas las dulces palabras que su rubio seguía murmurando en su oído.