Siempre he ansiado la libertad que desde niña se me fue arrebatada, vivir en una familia sobre expuesta en los medios me había privado de ciertas experiencias que cualquier adolescente debería vivir. Cuando falleció mi padre, hace dos veranos atrás, mi hermano y yo decidimos mudarnos con la única familia que conocíamos, nuestra tía Ruth, prima de nuestro padre. Claro que nuestro tiempo junto a ella fue corto pues también falleció tiempo después a causa de deterioros en la salud, pero aún en vida se esmeró en enseñarnos las maravillas simples de la vida, como la risa o el amanecer, placeres tan típicos y cotidianos que tendemos a pasar de largo.
El camino a la casa de vacaciones de tía Ruth era tal y como lo recordaba aunque nuestra última visita había sido hace 8 años atrás, el sonido de las rocas en la ruta de tierra me relajaba. El motor del Chevy Chevelle de mi hermano Jace se movía a gran velocidad y me vi tentada a sacar la cabeza por la ventana como un cachorro para sentir el viento pero eso probablemente molestaría a mi hermano que ya cargaba con un humor de perros por la cantidad de tiempo que nos estaba tomando llegar a la mansión de tía Ruth, siendo ésta parte de la herencia que nos había dejado al fallecer.
-Deberías cambiar tu humor antes de llegar o espantaras a los vecinos.- Me burlé mientras acomodaba mejor mi asiento, comenzaba a entumecerme estár en la misma posición por tantas horas.
-Muy graciosa Darcy pero no eres tú quien conduce.- Rodé los ojos ante la seriedad habitual de mi hermano.
Unos minutos más de viaje bastaron para comenzar a ver la antigua mansión que asomaba entre la arboleda, todas las casas parecían tener la misma estética elegante aunque presentaban diferencias de como recordaba, me pregunto si mis viejos amigos aún estarían aquí o si me reconocerían más allá de mi apellido. Paramos frente a la edificación y me sentí como cuando era una niña, emocionada por la cantidad de aventuras que podría tener en una nueva ciudad a pesar de tener el ojo de Jace sobre mí vigilando casi todo el tiempo, diecinueve años no es edad suficiente cuando llevas el apellido Winslow y eres heredera de una franquicia.
-Pedí que prepararan algunas habitaciones pero no todas están listas, no entorpezcas el trabajo del servicio.- Jace habló serio mientras encendía un cigarrillo, observé a los empleados contratados por mi hermano bajar nuestras maletas, según tenía entendido los muebles no habían sido cambiados.
Volver a pasar por el portal de aquella vieja mansión me devolvió la vida que hace un año sentía que me faltaba, el fallecimiento de tía Ruth fue un baldazo de agua fría y con ella se fueron también mis ganas de continuar, Jace había decidido que lo mejor era mudarnos cuando notó que mi tristeza no era un estado pasajero. Volver a conectar con todos los recuerdos felices se sentía como una bocanada de aire luego de estar corriendo un maratón sin rumbo fijo por todo un año, supe de inmediato que la mudanza también llevaba un trasfondo beneficioso para mi hermano pues en esta área se encontraban la mayoría de los socios de empresas Winslow, además de posibles nuevos inversores a la marca.
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Cuando Nadie Ve
Teen Fiction"-No puedes obligarme. -¿Eso crees? Vas a ayudarme o todo el mundo se enterará de tu sucio secreto." Y así, en un desesperado intento por huir de los arreglos matrimoniales de mi hermano, terminé uniendo fuerzas con el enemigo.