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Al fin el día tan esperado había llegado, había madrugado para alistarse, y ahí estaba él, mirando su reflejo en el espejo, odiando esa imagen que veía, un hombre con unas enormes ojeras porque por más que se negaba a llorar o aceptar que necesitaba ayuda, dejaba que el insomnio le abrazara por las noches.

Después de arreglarse lo mejor que pudo, tratando que el maquillaje pudiera cubrir esas marcas, de dar un poco de vida a ese rostro que ya no poseía brillo, se dirigió a la cocina, trató de comer algo, hizo el esfuerzo, pero terminó vomitando todo, así que se rindió, era mejor no irritar su estómago, estaba demasiado nervioso como para forzar la cosa.

Llegó al gimnasio y se dirigió a los vestidores, respiró de manera forzada, se sentía mareado, el nerviosismo lo hacía sudar demasiado y seguía con el estómago revuelto, por lo mismo desde que su relación terminó se había negado a ingerir alimento alguno, quería evitar accidentes, sin embargo, sabía que eso podría desestabilizarlo, así que solo tomó sueros para no descompensarse tanto

-Jimin ¿estás listo?- gritó su entrenador

-Ya voy, solo me cambió

-De acuerdo, te esperamos para revisar unos asuntos antes

-Voy rápido- cerró el locker asignado y fue a cambiarse, estaba odiando por completo la imagen frente al espejo, quería llorar, pero eso significaría dolor de cabeza, se mojó el rostro y el estómago no dio tregua, corrió a vomitar todo lo que no había comido, se obligó a parar, lavó nuevamente su rostro y se retocó el maquillaje, terminó de arreglar su traje, suspiró profundo y salió para encontrarse con sus compañeros

-Bienvenido Park, definitivamente el dorado te luce- su entrenador lo alagó y sus demás compañeros también por como su cabello lucía con el traje, ambos dorados, -bueno, como les decía, recuerden que no deben perder el objetivo, pero tampoco olvidar el divertirse, piensen que es una competencia más

-Pero es más grande que cualquier otra- gritó una compañera

-Lo sé, pero si piensan solo en eso el miedo puede ganarles, además, lo importante es divertirse, hacer lo que les gusta y demostrarlo a los jurados, así que quiten esas caras largas y a dejar el alma en la competencia

-¡VAMOS!- gritaron todos al unísono

Jimin se sentó junto a los demás chicos, las mujeres comenzarían en cada categoría, eso le daba oportunidad de observar el ambiente y al público, esperaba ver a sus amigos y familia, pero quería más ver a una persona, no obstante, no logró verlo, se sintió decepcionado, pero recordó que no debía, ya no eran nada, sacudió su cabeza como si con eso pudiera eliminar el dolor. Por fortuna su turno había llegado, comenzaría su rutina de gimnasia rítmica, categoría que era su favorita, aprovechaba las clases que había llevado de ballet para poder crear piezas que fueran dignas de algún reconocimiento.

Se colocó al centro del lugar, miró por última vez a su alrededor y logró divisar a todos sus seres queridos, sonrió y eso fue su mejor impulso.

La presentación fue un éxito, sonrió ante los jurados y al público, hizo una reverencia y se encaminó con su entrenador en la espera de los resultados, aun así no logró prestarles atención cuando su mirada dio con el dueño de sus lamentos, se emocionó al verlo, pero todo se fue abajo cuando lo vio junto a Sana, su mente bloqueo todo y solo sonrió para las cámaras, no escuchó absolutamente nada, solo se fue a refugiar en los cambiadores alegando que necesitaba el baño, ya el entrenador le daría los resultados.

-¿Soy yo o Jimin se veía demasiado delgado?

-No lo sé Sana, pero puede ser por el traje

-Bueno, capaz y no lo notaste por estar babeando por él- se rió por las caras de su amigo

Forget Me, Forgive Me ~kookmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora