6. Jack el oscuro 69

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—¿Qué tal todo, Jiminie?

Jimin sonrió, soltándose suavemente y mirando con alegría al médico.

—Genial. Pasa, pasa.—gesticuló mientras le invitaba a adentrarse al salón y cerraba la puerta de la calle.—Estábamos viendo una peli. ¿Quieres algo de beber?

El médico negó con las manos.

—No, tranquilo.—desechó.—Estoy bien. ¡Jungkook!—exclamó con una alegría poco correspondida.—¿Qué tal te va la vida, tío?

—Muy tranquila hasta que apareciste.—susurró entre dientes para el cuello de su camisa.

—¿Qué?

—¿Qué?

Seulki frunció el ceño sin borrar la sonrisa. Ese chaval era muy rarito. De pronto, sus ojos descendieron hasta el adolescente que había al lado de Jeon, dejándole pasmado. 

La madre que lo parió.

Era un calco del rarito. Quitando la estatura y la falta de músculo, además de los tatuajes, no creía que pudiese haber dos seres mas parecidos.

Hasta le miraba con la misma animadversión que el mayor. Dios sabría que le había hecho, si le acababa de conocer.

—¿Y tú quien eres?—finalmente preguntó, con afable curiosidad.

Mini Kook profundizó aun mas su gesto fulminante.

—Eso mismo iba a preguntarte yo.—escupió sin parpadear.

A Seulki le hizo gracia. Vaya, otro nene descontento. ¿Qué tendría que les desagradaba tanto? Con curiosidad, miró a Jimin, quien ya había empezado a sudar frío.

—Es... El primo de Jungkook.—dijo tras segundos de devanarse los sesos.

Seulki gesticuló una "o" apreciativa con los labios.

—Aahh... ¿Y te llamas?

Mini Kook le lanzaba llamaradas por los ojos.

—Jungkook.—respondió secamente.

—¿Jungkook?—el médico se extrañó.

—Sí.—dijo escuetamente.

Jungkook, con el mismo ánimo lacerante, decidió que era momento de intervenir.

—Es que en mi familia no tenemos demasiada imaginación.

—Ya veo.

—¡Seulki!

Todos los ojos se volvieron hacia la voz de las escaleras, donde un sonriente y presuroso Yoongi descendía a la carrera y saltaba para terminar de fundirse en un amoroso abrazo con el risueño médico.

—¡Hombre!—saludó este dándole otro achuchón con el mismo cariño que al rubio.—¡Pero que guapo estás!—halagó, consciente de que Taehyung bajaba en aquel momento las escaleras.

Con los celos en cotas máximas, bajo los tres últimos peldaños de un salto para rápidamente poner fin a aquel abrazo masivo que no entraba dentro de su itinerario de novio desquiciado.

—A ver, matasanos.—advirtió colando las manos entre ellos para que corriese el aire.—Que puta manía. ¡Que no toques!

—Joder, Tae.—se quejó Yoongi, fastidiado.

—Se lo tengo dicho.—se excusó con los ojos girando hacia su novio.—Ley del antivirus. Dos metros de distancia ininterrumpida.

Yoongi elevó la vista al techo, clamando paciencia mientras Seulki se reía. Dejó las carcajadas cuando sintió como Jimin le picaba en el brazo varias veces con el dedo y le dedicó toda su atención. 

Un deseo ✨✨ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora