11. Futuros presentes

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Mini Kook terminó de sorber ruidosamente de la pajita el batido de chocolate que Sejin le había comprado y continuó picando de todas las bolsas con chucherías con las que Si Hyuk le había agasajado al instante de conocerlo.

Otro que caía ante su encanto.

Masticó ruidosamente sus patatas mientras oteaba en derredor y sonrió cuando se fijó en como los mayores sudaban practicando una de las tantas coreografías.

Se alegraba profundamente de no ser nnguno de ellos en ese instante.

Debía reconocer que los pasos se habían ido complicando con los años, no recordaba coreografías tan trabajadas como esas en su tiempo.

En un momento dado, Yoongi se dejó caer exausto al suelo.

—Bueno, yo creo que ya esta bien. Me merezco una paradita.

Nadie contestó pero varios le imitaron y Taehyung se acercó para tumbarse con la cabeza sobre las piernas estiradas del rapero.

Mini Kook sonrió imperceptiblemente cuando vio como Yoongi le acariciaba distraidamente el pelo aun sin haber cambiado su expresión indiferente.

Ya se estaba acostumbrado a verlos como una pareja.

Le había costado, Dios sabía que si, pero ahora sentía una agradable calor en el pecho cuando les veía. Parecían… Felices. Y se alegraba.

Tan ocupado estaba que no se percató de que Jungkook le miraba fijamente.

Si lo hubiese hecho, se habría sorprendido de no encontrar su habitual apatía al dirigirse a él.

Y Jungkook ya no la sentía.

Observaba a su yo del pasado con una mueca intranquila. Tenía que hablar con él. Ojeó alrededor hasta dar con las botellas de agua, cogiendo dos y se dirigió con paso lento hacia donde estaba el mas joven.

Se sentó a su lado en el suelo y le puso la botella delante.

—¿Qué tal vas?

Mini Kook sonrió con mala fé, metiéndose esta vez un dorito a la boca y haciéndolo estallar entre sus dientes.

—Mejor que vosotros.

—Cierto.—Jungkook le concedió el punto con ligereza. Tras un momento de duda, preguntó.—¿Te estás aburriendo?

—No. Me gusta veros sufrir.

Jungkook sonrió del todo esta vez.

Comprendía su entusiasmo. Él también sentía que esas coreografías estaban diseñadas para torturar.

La maquiavélica satisfacción del menor solo era un aderezo.

—Creo que te entiendo.—murmuró, jugando con la botella de agua entre sus manos. Cuando organizó las ideas que le rondaban por la mente y que le llevaron allí, le llamó.—Oye Kook, creo que tenemos que hablar.

Mini Kook detuvo el recorrido del gusanito que estaba a punto de llevarse a la boca y entornó los ojos, desconfiado.

—¿De qué?

—Pues…

—¿De tu complejo de novio psicópata?

Jungkook respiró hondo.

—No.

—¿De las palabrotas que usas, entonces? Son de muy mala educación.

Jungkook le lanzó una mirada escalofriante.

—Calla y escucha.—advirtió con cada vez menos tesón. Cuando Mini Kook alzó las manos en son de paz, respiró hondo y regreso al tema.—Hoy he entendido que esto que estamos haciendo no tiene sentido.

Un deseo ✨✨ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora