Corría como una loca en toda la extensión de mi casa, intentando huir del destino terrible que me aguardaba si daba la vuelta.
Llegué hasta mi cuarto, con la respiración agitada y los pies doloridos por correr con esos zapatos del infierno, malditos mini tacones.
En un rápido movimiento me encerré en el closet, entre todos esos vestidos de telas coloridas y costosas, quitando mis zapatos para estar más cómoda.
Respire lenta y detenidamente, para que mi perseguidor no me notara.
Desgraciadamente ya era demasiado tarde.
No había logrado escapar a tiempo, no pude hacer que perdiera mi rastro.
-Louise, ven de una vez y hazlo más fácil para todos, tenemos muchas cosas preparadas para ti.- Anunció la voz masculina que había entrado por la puerta a mi desordenada habitación.
Cerré y rece al único dios que conocía para que no sospechara y abriera la puerta del closet.
Para mi mala suerte, me enfrentaba a uno de los chicos más maquiavélicos, cínicos e inteligentes que el mundo alguna vez iba a conocer.
Y luego de revisar debajo de la cama, vino directamente a las puertas de mi encierro.
Para cuando abrí los ojos, mi hermano ya estaba frente a mi con una expresión de cansancio.
-Holaaa, ¿cómo has estado? Estaba por aquí, ya sabes...- Jugué con él mientras salía del apretujado guardarropa, aún descalza y haciendo movimientos con mis manos-... ¿comprobando la capacidad del armario? Quiero unos vestidos nuevos.- Le sonreí y luego intenté hechar a correr de nuevo, pero me tomó del brazo antes de que pudiera.
-Louise Watson, ya sé que no quieres, pero tienes qué. Además, en la clase de hoy, la institutriz tiene una gran noticia para nosotros- Me dijo, intentando convencerme.
-Bueno, John Watson, es una lástima, porque no quiero ir.- Le respondí, sin dar mi brazo a torcer.
Tenía una institutriz, desde que tenía, aproximadamente, 5 años. Esa mujer se encargaba de mi educación en todo sentido, lo que me molestaba era que, en su mayoría, se dedicaba a enseñarme sobre modales, códigos de damas y demás cosas que, la verdad, me parecían de importancia menor que otro tipo de ciencias.
- No te preguntamos si quieres, es un tienes que.- Terminó, y luego procedió a arrastrarme con él hasta la biblioteca, donde la arrugada mujer de avanzada edad nos esperaba.
Lana Buckham medía aproximadamente 1'55, tenía una pequeña joroba por la edad, varias arrugas y cabello canoso, pero aún así conservaba el porte de elegancia que habría tenido en su juventud, vistiendo con ropas oscuras y formales todo el tiempo, siempre con sus sombreros raros.
- Al fin llegas, Louise, ese tipo de comportamientos no son apropiados. Tienes que ser más respetuosa, por una vez.- Me señaló una vez dentro, claramente enfadada.
Eso era agotador.
Mi nombre es Louise Watson, tengo 16 años y ahora mismo soy la persona más aburrida de la tierra.
Bueno, hablemos más seriamente.
Louis Watson, 16 años, un hermano mellizo, el mejor del mundo, un padre que siempre trabaja, exigente y frío, demasiado. Una madre que moriría por mi, y una institutriz que se preocupa por mi más de lo que muchas personas hacen. La historia de mi vida.
¿Qué más les puedo mencionar? Ni siquiera sé qué hacen aquí.
-Señorita Watson, atención al frente.- Me dijo la señora Buckham, parandose frente a mi.
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Elementary, my dear Watson!
Misterio / SuspensoFeliz cumpleaños, rata inmunda. Mucho gusto a todas las personas que puedan llegar a leer esto, además de ella. Me gustaría explicarles que esto es meramente un regalo de cumpleaños para mi mejor amiga, (por eso la pequeña felicitación del inicio) d...