EL ENFADO

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El enfado, una emoción que a Gustabo le apasionaba. ¿por qué?

Es simple: límites.

En la vida de Gustabo casi no hay límites. En casa era el que más chispa tenía, siendo capaz de levantarles el ánimo a sus padres y hermana en cuestión de segundos, siendo quién era capaz de detectar cómo hacer para que los demás se sintieran más cómodos en su entorno, como hacerles más felices. 

Al niño rubio le gustaba sentirse necesitado, aunque así dicho suena demasiado violento o tóxico. 

Tampoco es que recibiera demasiada atención de pequeño, el trabajo de sus padres le obligaba a tener que estar mucho tiempo solo, haciendo sus deberes sin ayuda, esperando a sus padres hasta que acabasen su turno laboral... 

En esos momentos de espera, mantenía charlas con adultos que trabajaban con sus padres, le gustaba estar rodeado de personas adultas, personas a las que intentaba parecerse para poder sentir que estaba haciendo las cosas bien, como un adulto, y así no cagarla (pero sobre esto hablaré más adelante)

Entonces solo podía poner límites cuando se enfadaba. En esos momentos se puede respetar lo suficiente a sí mismo como para frenar a alguien que hace algo que no le gusta, a alguien que atenta contra tu bienestar.

Cuando estaba con sus amigos dejaba salir ese enfado y esa indignación por cosas banales,  desahogarse con cosas le hacía feliz, le hacía sentir satisfecho. 

Con sus padres era algo que no mostraba, las pocas veces que lo hizo recibió  palabras de regaño, ya que no consideraban "bueno" que su hijo reaccionase de esa manera a cosas pequeñas que no deberían enfadarle más que un poco, pero, como muchos psicólogos dicen: los traumas y problemas generacionales se van a repetir hasta que alguien los descubra y decida deshacerse de ellos. Entonces, ¿Cómo no se iba a poner así si sus padres hacían lo mismo?

A veces las personas le dedicaban miradas extrañadas, no se suele ver una persona que se enfada e indigna de una manera tan intensa, es raro, ¿y quienes hacen el raro? los raros (pero de eso hablaremos más tarde)

Le encantaba decir palabrotas, la mayoría las aprendía por su padre, tenía insultos muy ingeniosos en su repertorio, y como él aspiraba a ser como el mayor, los llevó a su día a día a los 8 años. ¿malo? depende de muchos factores:

1. ¿Cuándo se utilizan?

2.¿Cómo se utilizan?

3.¿Te sientes mal por utilizarlas?

Una cosa que aprendió es a cuándo insultar a alguien de manera seria y cuando de broma, en qué contextos y de qué maneras, evitando dejar pruebas de lo dicho; no pudiendo ser inculpado o malentendido, aunque no siempre es fácil hacerlo de una manera en la que nadie se ofenda.

Al principio se sentía un poco culpable, tenía un amigo que también decía alguna "mala palabra" y este le pedía perdón a Dios por ello o pasaba días intentando no decir ni una sola palabrota, lo que incomodaba un poco al rubio, a lo mejor él también debía pedir perdón por ello, o intentar eliminarlas de su vocabulario, pero ¿por qué lo haría si se siente correcto decirlas?


Otra cosa que a Gustabo le diferenciaba de los otros niños y niñas era algo que le extrañaba pero motivaba. Quería intimidar lo máximo posible, con su presencia, sus gestos...

Muchas personas evitan esto a toda costa, quieren parecer lo más tiernas y lindas posibles. El rubio en la lindura veía vulnerabilidad, una parte de él que odiaba pero era incapaz de matar, esa parte que daba todo por los demás haciéndole sentir un trapo que sostiene a los demás rasgándose en el proceso.

Aprendió a sostener miradas fulminantes, posiciones corporales que ocupasen espacio y denotasen confianza, hacer sonrisas socarronas y ser capaz  de mantener el gesto serio. 

Esto llevó a que personas buscasen su aprobación, personas que aspirasen a ser como él, aunque sin darse cuenta de esa cara interna de dudas e inseguridades. Que no se veían pero Gustabo tampoco ocultaba voluntariamente, es un mecanismo de defensa inconsciente. 

Se siente bien estar en esa posición de seriedad, de sentirte intocable, más maduro. Algunas personas lo tachan de sentir superioridad, él no lo tiene tan claro, sobretodo cuando ve esa parte de sí que da tanto por los demás. 

Le duele mucho que le digan que se siente superior, no sabe por qué le duele tanto

Lo más probable es por miedo, miedo a que sea cierto, miedo a que no es lo que se supone que está bien, miedo a cagarla.

Le da mucho miedo cagarla.


Algunas veces se asustaba de sí mismo. Un día casi insulta, e incluso pega a un niño pequeño 6 años menor que él por simplemente tocar de manera acelerada el ritmo de una canción. Es verdad que había sido un día cansado para él, pero le nació una rabia e indignación que casi no fue capaz de frenar. Por no mencionar cuando, mucho más adelante,  agredió a aquel civil que dejaba su denuncia absurda en la comisaría De los Santos. Pero ese es el resultado de muchos factores turbios y complicados de entender hasta para cualquier profesional.


¿Se daba miedo?

¿Tenía miedo?

¿Estaba haciendo las cosas mal?


Llegaba a un solo pensamiento: 

- No quiero saberlo, me suda los cojones -


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⏰ Última actualización: Nov 11, 2022 ⏰

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