Nunca había estado antes en un casino, menos este casino en especial. Estaba en la entrada con la garganta seca y las manos trémulas mientras gente pasaba por su figura estática hasta que por fin entró por la puerta giratoria.Había muchas luces, por un instante cerró los ojos por el dolor que tenía en la cabeza que parecía infinito y sólo pasaría después de arreglar todas las mierdas que estaban presentes en su vida. Observó El ruído de las máquinas, de los dados, las cartas y carcajadas de hombres adictos al juego, las mujeres jóvenes con sus ropas provocantes aue atendía a los clientes.
Por un instante se sintió mareada, un perfume de canela mezclado a colonia masculina la tomó intensificando más su dolor de cabeza. Debería dar la vuelta y regresar a su casa, pero sus pies parecían no obedecerla y el ambiente excitante parecía invitarla a entrar de una vez en este mundo. Todo en el casino era hecho para que la gente se sintiera bien y no desease dejar el lugar, con ella no era distinto.
Una joven pelirroja se acercó ofreciéndole una bebida, su sonrisa contagiaba y no tardó en aceptar, necesitaba un trago antes de hacer la mayor tontería de su vida. Los empleados del casino trataban todos como reyes y reinas, hacían de todo para que la gente se sintiera importante. Seguramente entrenados para eso.
Su mirada se posó sobre un cartel que indicaba el lugar donde sucedía la fiesta, la verdad es que parecía tener más de una fiesta en un mismo lugar y esa que debería alcanzar estaba en una área VIP. Tomó el ascensor junto a otras personas, mujeres hermosas con vestidos de lujo y joyas, no necesitó hacer nada porqué todos iban al mismo piso.
- Señorita, por favor su invitación. - Un tipo alto se pone delante de ella.
- Er... Se me olvidó en casa. - Una excusa ridícula pero debería intentarlo.
- Por favor su ID para que pueda checar.
- Mi nombre es Mariana, estoy segura que está en la lista. - Mi voz sale firme pero eso parece no convencer al tipo.
- Su ID, señorita...
Bufó antes de buscar en la bolsa, ahí solo encontró su habilitación y la seguridad que no la dejarían pasar. Entregó al tipo y ese desapareció por la puerta, otro se acercó cruzando los brazos cubriendo su amigo y ella sudaba frío. Minutos eternos hasta que él apareció devolviéndole lo que le pertenecía y abriendo la puerta, para su sorpresa la dejó pasar.
Intentó mantener la calma mientras caminaba con pasos firmes por el pasillo. Había mucha gente, estaba con poca iluminación y en el medio había una pista de baile, al lado un bar y mucha música. Se preguntó cómo iba a reconocer un tipo que sólo conocía por fotos en internet. No fue difícil, seguramente era el que estaba rodeado de gente, o mejor hablando, de mujeres...
Estaba en la pista de baile con una copa de whisky en manos, una sonrisa descarada dibujada en sus labios mientras mujeres guapas bailaban a su alrededor. Una pegada a su espalda, otra a su torso rodeando la cintura con sus brazos, notó que no tardaban en cambiar de "puesto" y él parecía disfrutar como nunca. Tocaba descaradamente el cuerpo de las jóvenes... Sí, todas eran jóvenes.
Lo único que le importaba era ser notada por él. Mariana llevaba un vestido negro y de mangas, un escote generoso delineaba su busto, los rizos rubios sobre los hombros, labial rojo ardiente y botas de tacones también negros. Suspiró al saber que quizá con estos trajes no lograría lo que más anhelaba, llamar su atención.
Se fue al baño, dejó la bolsa sobre el lavabo y se miró en el espejo sin reconocer la mujer que creía ser, maldijo todo el mundo y sobretodo Sergio por hacerla someterse a esa humillación. Secó las lágrimas que insistían en asomar en sus ojos oliva, retocó el labial y salió. Tomó otro trago cuando el mesero se acercó aún en la salida del baño donde habían otras personas, necesitaba alcohol en las venas.
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Se Puede Amar
Literatura KobiecaMariana Toledo sabe que no hay forma de salvar su hermano, un adicto al juego, sin proponer una noche con un tipo despreciable. César es el dueño de los mayores casinos de la ciudad, cruel y que manipula todos a su alrededor, su vida de lujos es un...