El Comienzo De Una Mentira

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Narrador
-¡Duele mucho!- dice Míriam Everdeen gritando, gracias al dolor, de las contracciónes, mientras clava sus uñas en el asiento trasero del carro.
-Tranquila, Mi amor, ya pronto llegaremos- dice Robert Everdeen. tratando de tranquilizar a su esposa.
-¡argh! Duele, no puede ser Robert, la niña todavía no debe de nacer, se me adelanto un mes, eso no es bueno.
-Yo se que duele, pero pronto estaremos ahi, y por lo de la niña no te preocupes, yo se que va a nacer fuerte y sana- menciona tratando de dar palabras de alivio a su desesperada esposa.
-Ay, apurate por favor- le grita por ultima vez Miriam a Robert antes de llegar al hospital.
El auto el cual iba a 100 km/h se estacionó estruendosamente afuera del hospital, Robert, apuradamente baja a su esposa con mucho cuidado.
-Ya, tranquila ya llegamos, respira hondo por favor.
-si, si si.
-Una camilla por favor mi esposa esta embarazada y pronto nacerá el bebé -Menciona aquel hombre de grandes ojos grises con voz desesperada.
Corriendo llega una enfermera con dos enfermeros más. Ellos ayudan a aquella mujer que grita de dolor, y la acuestan sobre una camilla.
Robert se aferra a la camilla, observando y tratando de calmar a su querida esposa
-Mi amor, todo saldrá bien, ya lo veras, ten fe por favor
Eso es lo último que escucha Míriam, mientras se aleja y entra en un quirofano de urgencia.

Pov. Robert Everdeen
Un poco trastornado por todo lo que acaba de ocurrir, me siento en uno de los sillones que tiene esta sala del hospital. Trato de aceptar la realidad y despertar, mi hija pronto nacerá, y muy pronto yo me convertiré en padre.
Cuando yo era un niño, mi familia fue muy unida, mi padre era un trabajador de una constructora, el ayudaba y era asistente de uno de los arquitectos de ese entonces. Mi madre fue ama de casa, y aunque no logró completar una carrera formal, ella salió adelante con la ayuda de mi padre.
Todas las mañanas mi madre me dejaba en la escuela para después irse a realizar las tareas de la casa. Terminando el día escolar, mi padre llegaba a recogerme a la escuela, y como su horario era corrido, me llevaba con el a su trabajo. Allí nació mi amor por la arquitectura. Desde pequeño me encantaba dibujar, y con el paso del tiempo, fui conociendo los elementos principales de la arquitectura. El poder imaginarse y crear las cosas es absolutamente maravilloso, pensar que sólo necesitas un papel y un lápiz para comenzar a diseñar el hogar en que una familia vivirá, la casa en donde pasarán los momentos más importantes en su vida, resulta demasiado satisfactorio.
Aunque mis padres no me dieron lujos y comodidades, me enseñaron lo que en realidad es más importante, los valores y los principios, los que hicieron de mi lo que soy ahora, un importante y reconocido arquitecto en la ciudad.
Me enseñaron a comprometerme, a ser responsable, hacer las cosas bien, y sobre todo a ser honesto y leal.
Leal. Una palabra que es demasiado grande para las personas, especialmente en mi caso. Esa palabra me queda muy grande

Sumido en mis pensamientos, me interrumpe el ringtone de mi celular.
Creí que era una llamada, pero no, es un mensaje.

Aaron:
Me urge que me llames ahorita mismo.

Aaron Williams. Mi mejor amigo. A él lo conocí cuando estaba estudiando la universidad, es una persona tan confiable. El conoce todo de mi, y yo conozco todo de él, hasta los secretos más oscuros. He decidido revisar el celular, y veo que tengo 11 llamadas perdidas de El. Aaron no es de los que se desespera, al contrario el es mucho más paciente que yo, por eso me extraña todas sus llamadas, y ese mensaje. Si mando ese mensaje es porque algo realmente alarmante sucede.
Un tono, no contesta, dos tonos, sigue sin contestar, hasta que al tercer tono, por fin atiende el celular
-Hasta que te dignas en contestar- lo escucho con un tono molesto
-¿Que es lo que pasa? ¿Porque tantas llamadas? ¿Porque querías que yo te hablara?
-Estoy con Mirtha, y no me lo vas a creer pero, esta en trabajo de parto
-¿Que? ¿cómo? -menciono incrédulo
-Si, ella ya tiene contracciones muy fuertes, y necesitamos que vengas aquí ahora mismo.
-No puedo, Míriam esta acá en el hospital, también dará a luz
-¿Que? ¿Míriam? ¿Pero que no a ella le faltaba tiempo? Bueno, yo llevaré al hospital a Mirtha, pero ella está exigiendo que te quiere a su lado.
-Esta bien, gracias amigo - Aron cuelga el celular.

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