𝐓𝐖𝐄𝐋𝐕𝐄

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— Amity Blight... ¿donde estas? —preguntó su amiga, Boscha, preocupada.— Ya faltó las dos clases.

— Tranquila Boscha, seguro se fue con... la chica sexy. — le dijo Skara a  Boscha, quiso golpearse así misma en ese instante.

[...]


— No grites. — ordenó Luz entre risas, sintiendo como Amity se aferraba con miedo a su cintura.

— ¿QUE NO GRITE? ¡NO SABES CONDUCIR!

— Shh, calla. — dijo, y para molestar a Amity giró un poco la moto haciendo que Amity vuelva a gritar.

— ¡bájame! ¡BÁJAME!

Gritó, mirando el retrovisor donde Luz se encontraba riendo.

— Tranquila, ya llegamos. — dice una vez que ambas ven un pequeño árbol.

— ¿me trajiste a un campo?

— Si, pero no es un campo cualquiera.

— ¿Venias de pequeña aquí?

— Algo así... — sonrió y tomó la mano de Amity. La guió hasta abajo de árbol donde ambas tomaron asientos, aún con las manos entrelazadas. — Escucha esto.

De la mochila de Luz salió un pequeño equipo de música. Lo conectó a su teléfono y comenzó a reproducir una hermosa melodía.

Ordinary World.

Luz se quedó mirándola fijamente, sonriendo, hasta que Amity por fin dijo algo.

— ¿Por qué me trajiste aquí?

— Me gusta el aire libre, y me gustas tú. ¿Por qué no juntar las dos que más me gustan?

Amity con un sonrojo, simplemente levantó sus hombros y dejó reposar su cabeza por el árbol.

— Aunque no lo creas, Amity, eres la primera persona que de la que me enamoro, lo digo en serio. —.la miró.— Y no eres mi primer amor, pero eres la única persona que viene en mi mente cuando me preguntan sobre algo relacionado a esto. Eres todo lo que puedo pedir, ¿sabes? Y escaparte una tarde casi noche, es todo lo que necesito... te necesito a ti.

— ¿por qué? — dijo, después de varios segundos de silencio.

— ¿por qué? ¿qué?

— ¿Que ves en mi? no tengo casi nada en especial... aparte que te he tratado mal varías veces, y rechazado también. — cerró sus ojos disfrutando de la dulce melodía.

— Si tan solo vieras como yo lo hago, cambiarias de perspectiva en un segundo.

Suspiró. Luz se levantó y la tomó de la muñeca obligándola a levantarse.

— Baila conmigo, ¿si? — colocó su brazos alrededor de Amity, mientras que ella lo hacía pero alrededor de su cuello. — bésame cuando sea el coro.

— ¿cuando es el coro? — rió.

— Mejor te beso yo.

Y al son de la música comenzaron a balancearse de un lado para otro, mirándose a los ojos como si su vida dependiera de ello. No existía nadie más que ellas dos.

Dos almas enamoradas.

Amity arrugó su nariz al presentir que el coro se acercaba.

Luz lo sabía.

Y ambas juntaron sus labios en un amoroso beso.

Un beso que ambas deseaban que dure para toda la eternidad.











𝑫𝒆𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓𝒚 𝒐𝒇 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora