Katsuki

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9 años.

108 meses.

468 semanas.

3,285 días (y dos días más, porque hubo dos años bisiestos en ése lapso de tiempo)

78,888 horas.

4,733,280 minutos.

Y 283,996,800 segundos.

Y cada uno de ellos, sin falta, Katsuki había adorado las pecas que decoraban las arreboladas mejillas del menor, cada día se sumía en un trance al recordar los ojos grandes y brillantes de éste, y cada día sentía más miedo de nunca ser suficiente para Izuku.

Katsuki se había dado cuenta que estaba desafortunadamente enamorado del peliverde el mismo día de su cumpleaños número quince. No es que recordase mucho de lo que aconteció ése día, pero recordaba exactamente el momento en que la risa de Izuku le pareció la cosa más maravillosa del mundo, el instante en que no quiso que el abrazo de felicitación terminase, y el segundo en que se perdió irremediablemente en los ojos de éste.

Katsuki amaba a Izuku. E Izuku amaba a Katsuki. La vida no podía ser así de buena con él, ¿no?

Y tenía razón, porque con la misma cantidad de amor que le profesaba a Izuku, a su Deku, también sentía la misma cantidad de miedo de arruinar las cosas. De decir algo que lastimase al menor, de cometer una imprudencia que lo alejase de él, de provocar que un día el de cabello alborotado se despertase, lo viese a los ojos y le dijera que simplemente no era la gran cosa.

Katsuki estaba aterrado. A Katsuki le aterraba pensar en el futuro, pero le gustaba imaginar una vida ideal, donde Izuku sería su esposo, una vida idílica donde tendrían una gran casa donde sus hijos correrían en el patio, ante la mirada atenta de sus amorosos padres que se amarían por sobre todas las cosas. Una vida perfecta donde combatirian a los villanos, ganarían siempre, y estarían en el ranking nacional de héroes.

Siendo él el número uno, como todos esperaban. Como Izuku esperaba.

Katsuki sentía que tenía expectativas enormes que llenar.

¿Sería capaz de hacer feliz a Izuku? ¿Le daba todo lo que merecía? ¿Dónde conseguiría un anillo perfecto para las manos perfectas del perfecto Izuku? ¿Conseguiría ser un héroe relevante, o acaso todos lo detestarían por su mala actitud? ¿Obtendría las notas que todos esperaban de él una vez que lograste entrar a la U.A. junto con Izuku?

Así que, cuando la carta de resultados llegó a sus manos, éstas no dejaron de temblar hasta horas después.

Katsuki estaba aterrado, sin embargo, sabía que no podía rendirse. Ése era el primer gran paso para ser el hombre que Izuku merecía. Y así, examen tras examen, prueba tras prueba, Katsuki se esforzó para demostrar que él era alguien digno de ser pareja de Izuku.

Aún si todos opinaban lo opuesto dado su mal temperamento. Y, aunque le costase a Katsuki admitirlo, le dolía cada que oía a sus compañeros de clases murmurar acerca de cómo era posible que Izuku se hubiera fijado en él.

Sentía un poco de ansiedad conforme el círculo social de Izuku crecía, creyendo inconscientemente que en cualquier momento Izuku se daría cuenta de con quién salía realmente.

Y no es que Izuku le reclamase por su mal comportamiento, al contrario, siempre trataba de calmarlo con dulces palabras, Izuku adoraba mecerlo en su pecho cuando dormían juntos, y jugar con su cabello mientras Katsuki poco a poco, terminaba profundamente dormido sobre el pecho del peliverde, arrullado por el suave latido del dulce corazón de su adorado novio.

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