¿A quién engaño?
Me gustó, besé a un chico y me gustó.
Sin duda lo haría de nuevo, una y mil veces con ese chico, solo con ese chico.
– Hyunjin – volví a la realidad completamente confundido con la situación, pero seguro de una sola cosa – ¿Está todo bien?
–Vete Sora – no lo repasé dos veces–, y no regreses, esto se acabó–. Ni siquiera la dejé hablar, no importa tenía solo una cosa en mente.
Me levanté de la cama directo al baño, había dicho esas palabras, pero mi cuerpo aún estaba hirviendo, tomé mi miembro moviendo mi mano de arriba hacia abajo, esos ojos recorriendo mi alma, sus labios sobre mi cuello dejando un par de besos, su trasero sobre mi eje gritando mi nombre dándole un placer infinito, sus manos rodeaban mi cuello y de nuevo y mis labios sobre los suyos, un beso caliente, húmedo y desenfrenado, dominándolo por completo.
El beso perfecto.
Dejé salir mi semen al momento de la liberación, limpiaría el baño después de regresar a casa, primero necesitaba verlo de nuevo.
Esta vez elegí un bar diferente, no era como el anterior, pero contaba con un ambiente familiar. El alcohol se apoderaba de mis pulmones haciendo juego con el descifrable sudor que me rodeaba. Gente besándose, bailando y al borde de follar llenaban la pista.
Analicé el área con detenimiento, estaba extrañamente nervioso, puede que un poco ansioso.
Dios.
Mi cuerpo palpitaba de solo recordarlo.
Suspiré antes de adentrarme al mar de gente frente a mí, ambos sexos tratando de tocarme, o de hacerme bailar, su tacto sobre cada parte de mí. Seguí mi camino dispuesto a encontrarlo, si no estaba aquí había cientos de bares iguales, si tenía que buscarlo en cada uno de ellos estaba dispuesto a hacerlo, no me importaba el tiempo, solo quería tenerlo en mi poder.
Decidí mandar al demonio la discreción, mis sentidos en alerta con cualquier cambio, mis pantalones estaban apretados con solo su recuerdo, mi mano tentaba con adentrarse en mi ropa. Jamás me había sentido tan necesitado de sexo, no era normal, una chica nunca logró tenerme así, con estas ganas. Mi cuerpo no obedecía ningún mandato de razón, era un chico, estaba así por un ardiente y pequeño chico.
Por lo menos tenía una cosa en claro, esto no era amor, en definitiva, no.
09/11/2021