Tenia ganas, de verdad. La necesidad profanaba lo racional de las circunstancias, la testosterona se desprendía de mi con facilidad, un incendio naciendo en mis adentros. Lo cubriré de deseo la próxima vez que nos veamos, con caricias, con éxtasis. Quiero morderlo con todas las alegrías de la carne, mis dedos rozando sus costados, un beso de por medio y un millar de mordidas por minuto, seducción en toda la expresión de la palabra.
Ambos lados de su cadera moviéndose con gracia de un lado a otro, manos alzadas disfrutando de la música y esa risa tan melódica que resonaba cerca de donde me encontraba, pantalones ajustados camisa levemente ancha. Un centenar de anillos y pulseras en sus extremidades, cabello brillante, perfecto para la ocasión. Me acerqué con cautela posando mis manos sobre él, mi espalda un poco encorvada para hablar sobre su oído.
–Te estuve buscando – susurré sintiéndolo perder el aliento–, quería sentirte sobre mi cuerpo desnudo, hacerte sudar, devorarte y dejarte adolorido hasta los huesos – mi corazón se detuvo en ese mismo instante bajo esa mirada.
–¿Te gusta lo que ves? – me dice mirándome de frente.
¿Qué si me gusta?
En definitiva, me fascina.
–¿Tienes nombre? – una pregunta más.
–Hyunjin – sonreí de lado–, llámame Hyunjin ¿Tú eres?
–Seungmin, tu posible perdición.
Cuando menos lo pensé, ya estábamos en una habitación. Sus piernas rodeaban mi cintura con suavidad, rastros de besos sobre mi cuello y mi barbilla, su piel era cálida al tacto, tan dulce y despampanante que parecía irreal.
Mío...Seungmin era mío.
Cada parte de él me lo confirmaba, mis dedos deslizándose por donde quiera, el frio siendo revocado por un fuego inminente y el descontrol presentándose en la situación. Lo acerqué hacia mi una vez recostados en la cama llevando mis labios a sus aditivos labios, lenguas húmedas, mordidas fuertes y un ritmo atroz a cada paso. Una, dos, tres prendas fuera y ya estábamos desnudos frente al otro, gotas de sudor recorriendo nuestras siluetas, gozando cada tramo de piel expuesta.
Mordí el lóbulo de su oreja con detenimiento antes de guiar mi boca a su miembro y empezar un lento vaivén, sus muslos rodeando mi cabeza mientras se arqueaba con una sensibilidad seductoramente deslumbrante. Con cuidado introduje su falo entero trazando cada una de sus venas con mi lengua, un Seungmin jadeante estaba frente a mi cantando mi nombre entre lamentos irresistibles, sus mejillas completamente ruborizadas y apenas consciente de su entorno, marcas igual de rojas por su exquisita silueta poniéndome aun mas duro de lo regular, una corriente viajando a mi zona baja, la combustión poseyéndome en su totalidad.
Metí y saqué su pene lo suficiente para dejarlo tembloroso después de correrse una primera vez, volví a palpar la zona dejando que se endureciera con una hambrienta calma aun con su sabor en mi boca, sus iris acuosos por cada persecución estimulante.