- Es una noche bonita para salir y dar una vuelta ¿no?
- Hum... no tanto - respondió perezosamente Gyutaro, desparramado en el asiento frente al televisor.
Zenitsu hizo una mueca.
- Nunca quieres salir - molesto, se dejó caer en el asiento, a un lado de su novio, con los brazos cruzados.
Gyutaro, con su cómoda ropa de indigente de los domingos, le miró hacer su pequeño berrinche. Arrastrándose como el gusano holgazán que era en ese momento, llegó hacia las piernas del rubio y acomodó la cabeza en el regazo de este. Zenitsu no hizo nada para detenerlo, pero tampoco se dignó a mirarle.
Fue el turno de Gyutaro para molestarse.
Generalmente cada que ponía la cabeza sobre las piernas del rubio, este le acariciaba el cabello y le hacia tantos cariñitos como él quisiese.
Claro, en la intimidad de su hogar.Porque, ¡ay, no! que vergüenza hacerlo frente a los demás. Si alguien de su círculo de matones se enterara que se derretía y se volvía un cachorrito hasta por el leve tacto de ese rubio...
- Bueno, ya - Gyutaro suspiró resignado, cruzándose de brazos - ¿Le gustaría a la princesa ir por un esquite?
Zenitsu le miró de reojo y luego cerró los ojos, sin responder.
Gyutaro torció la boca mostrándole los colmillos, desesperado por la falta de mimos.
- ...¿por favor? - rezongó, entre dientes.
Entonces Zenitsu sonrió (Gyutaro sintió un agradable calorcito naciendo desde su pecho, ¡como adoraba verle sonreír!) y amoroso, le revolvió el cabello a su ya despeinado novio.
- Me iré a cambiar - anunció emocionado. De un ágil movimiento dejó a Gyutaro acostado en el sillón, y de un saltó corrió hacia la habitación.
Gyutaro se quedó ahí, mirando hacia la puerta de la habitación, confundido y con el corazón latiéndole como loco.Zenitsu asomó la cabeza.
- Tú también, cámbiate - pidió, para luego desaparecer nuevamente.
De reojo, Gyutaro observó su flamante vestimenta.
- Si solo vamos aquí a la esquina - gruñó, poniéndose de pie de mala gana.
- ¿Dijiste algo? - preguntó el rubio, feliz.
- Que te amo - murmuró.
Notas finales:
Zenitsu hizo que Gyutaro se vistiera lo más decente posible y fueron por fin a comprar su ansiado elote. Esa noche había una especie de feria en su colonia, las calles y callejones estaban iluminadas y había mucha gente, juegos de feria y puestos de comida por donde sea.
En el camino, como que a alguien le pareció familiar el rostro de Gyutaro. Pero cuando este le miró directamente a los ojos, como que siempre no lo conocía.
Así que la pareja siguió su camino.
Gyutaron y Zenitsu se quedaron un rato en la calle, se subieron a la rueda de la fortuna y a otros juegos.
Ya en casa, fo#"$%ron como locos.
Fin :3
¡Gracias por leer!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.