Nacimiento

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Camino a la gloria

El destino tuyo no es el mío, yo resurgiré por sobre ti, por sobre todos.

Capítulo I

Con un clima árido, personas con prendas de desierto están en edificios que los separa una calle de tierra, faroles de metal y ni un solo arbusto. Algunos estaban amarrando caballos, cuando uno le muerde el sombrero de vaquero que tiene. Algunos de los edificios se ríen, una tipa empezó a besar a otro de la nada. Parecía feliz el paisaje. Hasta que se escucha a lo lejos metales chocando entre sí, las botas llenas de arena junto a las telas blancas sucias que cubren su cuello, con el peso de un hombre encadenado a su mano en su espalda se sigue moviendo. Eso hasta llegar donde el herrero, el cual se queda mirando a este hombre encapuchado con un martillo en la mano. Un simple "¿en que lo ayudo?" fue suficiente como para que el hombre de un solo movimiento se saque el cuerpo de la espalda, dejando la cadena que los une en el yunque, extiende la mano y el herrero le da el martillo. Golpe tras golpe, miradas que lo penetran, todos estaban pendientes de que hace este hombre nuevo. Después de varios minutos logra romper la cadena, haciendo que el cadáver cayera al suelo mientras gira su muñeca.

De un bolso amarrado en su arnés de cuero en la pierna saca dos varillas de oro, extiende la mano en señal de paga. El herrero le dice de nada, el hombre observa los alrededores y observa una cantina a lo lejos. Observa al herrero y pregunta si esa es la de "dos tragos M&J" el herrero confirma eso. El hombre se saca esa tela que tiene puesta en su cuello para colocarse un manto encima del cuerpo. Camina fríamente a la cantina aquella.

Todos quedan pendientes de que puede pasar, es cuando de adentro se escuchan varios disparos. Adentro el hombre botó una mesa cubriéndose en ella mientras le disparan, una vez recarga su pistola apunta a la escalera, disparándole a uno y al lado a otro, uno se acercaba con cuchillo y él agarra la mesa y le golpea en la cabeza, sacándole un diente y dejándolo en el suelo. Con su revolver con armazón alargado empieza de nuevo a disparar, dándose cuenta de que ya no había nadie en la cantina, es cuando escucha unos pasos corriendo agresivamente mientras grita ayuda. El hombre sube por las escaleras y en el balcón con mesas apunta al que escapó de su destino, subiéndose a un caballo estaba. De un disparo le da en la pata al caballo y hace que caiga. El caballo se alarma, pero le llega otro disparo en la cabeza dejándolo muerto al momento. el hombre se lanza del balcón, se levanta y latiguea el brazo y recarga el revolver del mango extendido. El que escapó en el suelo pide piedad, pero la bala dijo lo contrario. Después de todo va a la cantina de nuevo y sale con un vaso de agua, el cual bebe de un trago y el vaso lo deja caer rompiéndose en pedazos pequeños. El hombre mira a otro a la lejanía, con un cigarrillo en la boca, brazos cruzados y apoyado en un pilar de madera. Se sube en una moto con ligeras modificaciones y se va del lugar. El pistolero busca en el cadáver, de un bolsillo saca tres varillas de oro delgado, esto es dinero en este mundo.

Se va donde arriendan caballos y pide uno, entregando las tres varas que saqueó recién. Se sube en él y se va del pueblo, dejando a todos boca abiertos. — estos hombres de esa corporación— exclama un viejo sentado. Una de las mujeres agrega que a una prima la mataron por ser blanco de uno de esos. Todos coincidieron en algo, presenciaron uno de los actos de una corporación continental denominada "yameharas" o también "Hombres de honores". A pesar de que de honores no tengan nada. Se le puede considerar a este alguien pagado para acabar con otros, ósea, un mercenario.

El mercenario equipado con un revolver y años de experiencia por detrás, a pecho descubierto y tres tatuajes no tiene apodo o importancia sobre su corporación, no obstante, lo llaman Renan, Renan Shanra. Preparado para conseguir su recompensa va cabalgando esas zonas con verdes pastos afuera de la zona de desierto, miraba el cielo y pensaba encontrar aves, las había, pero posadas sobre las grandes maquinas a vapor con alas gigantes y un globo encima. Empieza a encontrar gente que pasa por los alrededores, estas tampoco le prestan atención van por lo suyo. No se espera nada de alguien ya mencionado, "no tiene apodo ni importancia". Renan reconoce eso repitiéndose todo el día lo mismo en su cabeza — ¿Qué haré para reconocerme? Para sobresalir, para que mi nombre sea de temer y de respetar ¿tendré que conseguir algo? — lleva así días, quizás años con eso metido en sus pensamientos. Dentro de la ciudadela de maquinarias y puentes con techos de cristal deja a su caballo por ahí tirado y se dispone a buscar un edificio grande con un molino de viento en su techo.

Camino a la gloria; Inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora