UN DIA NORMAL

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Thomas volvió del ministerio luego de ocuparse de algunos asuntos personalmente, siempre se preguntaba por qué la gente era tan incompetente.

Al llegar al salón de la mansión que compartía con su esposa vio un plato de comida esperándolo, uno preparado por las manos de Harriet. A el le gustaba cualquier cosa que ella le ofreciera. Aún le parecía increíble como de ser enemigos mortales pasaron a ser amantes y esposos. Quizás la adivinación al final si era una mierda porque el estaba seguro que esa mujer habia nacido para ser suya, su otra mitad, juntos eran el yin y el yang.

Un equilibrio perfecto.

Se acercó a ella y le dio un suave beso en los labios y se quitó su túnica, quedando solo en camisa blanca y pantalones. Nunca fue su estilo vestir demasiado cargado, pero ahora que era el gobernante tenia que tener una buena imagen...

—Quiero que me folles tan fuerte, murmuró Harriet mientras sus ojos estaban fijos en la linea v que se marcaba atravez de la camisa.

Fue lo suficientemente bajo pero el la escucho igual.

Thomas se inclino hacia ella para dejar el plato en espera, pero Harriet se sonrojó y lo señaló con el dedo. —Oh no, primero cena antes de que puedas comer el postre.

El le lanzo una mirada incrédula. —¿Estás tratando de matarme, mujer?

Ella deja escapar un estallido de risa hermosamente sexy. —Te haré un trato.

—Déjame escucharlo.

—Por cada bocado que tomes, me quitaré una prenda de ropa.

—De acuerdo.

Thomas comenzó a meter un bocado en su boca.

Harriet se inclinó y se quitó un zapato.

Otro bocado.

Harriet desliza su capa hacia el suelo.

Otro bocado.

El cierre de su falda se abre y la tela queda como un charco a sus pies.

Otro bocado.

La blusa se encuentra en el suelo.

Otro bocado.

Su brasier se desprende y deja a la vista unos firmes pechos, los pesones totalmente duros. El pequeño juego continúa hasta que ella está de pie en bragas, y Thomas ha tenido suficiente.

POV Thomas:

Dejando el plato de lado, me levanto. Deslizo mi mano entre sus muslos, y sintiendo la empapada evidencia de su excitación, sonrío. —¿Te mojas por mí, pequeña? Bueno, ahora inclínate sobre la mesa y sostente porque es hora de mi postre.

Con ella sobre la mesa deslicé su braga y la quite por completo, con un pie le separe las piernas y contemple mi postre, totalmente perfecta.

Acaricie su espalda y glúteos hasta que mis dedos llegaron a su clitoris y le di suaves caricias haciendo que ella gimiera y se inquietara por más.

Con mi otra mano desprendi mi pantalón y saque mi ereccion. Me incline sobre ella y la penetre de una sola vez mientras continuaba con los movimientos en su núcleo. —¿Quién diría que te sentirías tan bien Harriet? ¿Quién habría adivinado lo bien que encajas con migo? Y mientras le susurraba al oído mis movimientos aumentaban más y más... sus gemidos eran más audibles. Seguí aumentando el ritmo, deseaba que gritara mi nombre y se corriera en mi polla.

Lami y mordisque su cuello, verla con mis marcas era pura perfección. Verla darme el control en el sexo era la perfección... Verla sonreír, escucharla gemir, todo sobre ella era la perfección.

Tomm, Tomm... gemia y luego... Eso fue suficiente para que la llenara de mi semen, sentir como sus paredes me aprietan por su orgamo.

El chocolate dejó de ser mi preferido, mi esposa Harriet es mi nuevo postre favorito. Quizás un día la bañaria en chocolate y la lameria por completo... o haría que ella me lamiera la polla con su dulce favorito.

~ ✉🦉 CARTAS AL ENEMIGO 🦉✉ ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora