El diario de Úrsula

Ocho de Mayo, 2009

"Anoche nos las pasamos estupendo, bailamos, jugamos, nos maquillamos y salimos a jugar al parque del conjunto.

No había casi nadie en el parque así que salimos en pijama y nos pusimos a jugar.

Pasaba la gente, los niños, los perros. Sarita dijo que quería ir a ver si el profe Alcalá estaba en su casa, fuimos y el profe nos saludó. Dijo que éramos bienvenidas y que si queríamos algunos dulces.

No aceptamos dulces pero sí entramos a la casa, era muy amplia y ordenada. Karina casi se desmaya de la impresión.

Hablamos un rato con el profe y nos dejó pasear por la casa, solo que no fuéramos a los cuartos ni al cuarto que está en el patio. Karina y yo nos sentimos incómodas y dijimos que ya nos íbamos, pero las otras se querían quedar. Discutimos un rato pero el profe Alcalá nos calmó y nos dijo que nos fuéramos.

Supongo que nos echó, y por esto Melanie y Camila se enojaron con nosotras por ser unas paranoicas. Si bien el profe aunque sea una buena persona, no es para andar en su casa así como así. Y en fin, se acabó la pijamada."

                                                                     ***

El oficial dejó a un lado el diario Úrsula para atender la llamada de su compañero, era ya de noche y el hombre se mantuvo despierto para leer las anotaciones y descubrir alguna pista que le diera con el paradero de la niña desaparecida.

Fue hace tres días, pero la desaparición era tan repentina y misteriosa -aparte que parece estar conectada con muchas otras desapariciones- que no pudo ignorarlo tan fácilmente.

—¿Aló?

—¿Has descubierto algo en ese cuaderno?

—Bueno, un poco... Hay muy pocas anotaciones que den indicios de su desaparición, aunque esas mismas casi siempre mencionan a su profesor. Ya hay sospechas sobre José Emanuel Alcalá. Sin embargo ya lo interrogué antes, tiene buena coartada pero aún así sigo dudando.

—Pues deja de dudar y detenlo enseguida.

—No es tan fácil...

"¿No es tan fácil? ¡Por favor!" Escuchó decir al otro lado de la línea e inmediatamente su compañero le colgó. El hombre frotó sus ojos con sueño, ya había detenido varios sospechosos antes, pero aunque el profesor fuera uno de ellos había algo en su presencia y su ser que lo incomodaba, tanto como para no querer tenerlo cerca y menos interrogarlo.

Dirán que es un cagón de mierda, pero no era un terror humano lo que experimentó las pocas veces que estuvo cerca del profesor. Era algo más que parece solo sentirlo él.