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El suave eco de los tacones de suela roja resonaba en el ambiente, añadiendo un toque de distinción a la atmósfera de la sala. Cada caballero presente lucía una impecable corbata y gemelos en las mangas de sus camisas perfectamente almidonadas. El sonido de la música clásica se deslizaba en el aire, apenas perceptible pero contribuyendo a la sofisticación del lugar. Entre tanto, las damas presentes sostenían delicadas copas de vino, completando el cuadro de elegancia y refinamiento que caracterizaba aquel encuentro.
Podría haber disfrutado de los bocadillos y algo de vino si tan solo el dolor en su vientre no fuera intenso. Era un buen momento para que la tierra lo succionara y escupiera en su cama, se sentiría más seguro que ese lugar; rodeado de alfas que superaban en número a los omegas. Potter estaba iniciando su celo, sus manos sudaban y algunos cabellos se pegaron a la piel perlada de su frente. Su madre estaba caminando directo al taburete para dar el discurso de bienvenida al helado invierno y vacaciones, claramente no se percató de su estado.
El olor era imperceptible a más de medio metro, pero el dolor situado en la parte baja de su ombligo incrementó, le hizo llevar sus manos hacia la zona por reflejo. Sus opciones solo incluían problemas, deseaba hacer a un lado al alfa de casi seis pies que se interponía en su huida, pero eso delataría su aroma. El sito vacío a su izquierda le pertenecía a su amigo que también era omega, claro que comprendería, lamentablemente se levantó a repartir bocadillos muy lejos de su radar, eso acabó con sus pequeñas esperanzas de salir ileso.
Desesperado buscó con la mirada su última opción; su primo, Ron Weasley, se divertía al otro lado de la estancia, riendo con algunos compañeros ajenos a su sufrimiento.
Trató de llamar su atención sacudiendo los brazos encima de su cabeza, pero falló; todos los presentes en la última fila posaron sus ojos en el omega de mejillas rosas, excepto el objetivo.
No tuvo otra alternativa
—¡Ron Weasley! — trató de que fuera un llamado bajo. Fallando exitosamente en el intento, se instaló un incómodo silencio en el lugar, las cabezas de alfas y omegas se giraron en su dirección por el pequeño grito, casi pudo sentir la mirada de su madre quemando su sien. Afortunadamente la mirada de su primo pelirrojo también se posó en él, era algo lento, pero finalmente comprendió las señas del castaño y fue a paso apresurado hacia él.
Cuando el omega de cabello rojo llegó, el alfa a su lado ya estaba olfateando el ambiente, incrementando sus nervios.
– Tenemos un 33.12, Ron — Harry se reiría de la expresión de su primo, si no fuera por que estaba más ocupado en ocultar su olor. Ron hizo lo que pudo para buscar con la mirada de salvación a Harry y observó directamente al alfa.
