Prólogo

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El viento sopla con fuerza; la cabeza me duele y mis dedos siguen sosteniendo con firmeza el volante del coche. Agacho la mirada, y suspiro al darme cuenta que llevo el cinturón puesto. Entonces lo recuerdo, recuerdo que voy acompañado, no estoy solo. Trato de voltear a mi lado derecho, pero el dolor en el cuello me invade y recorre mi cuerpo cuando lo hago. Me quejo por unos segundos, y cuando vuelvo la mirada hacia la mujer que me acompaña mi mundo se paraliza. No lleva el cinturón, y la mitad de su cuerpo yace unido al tablero del coche y el parabrisas. Trato de zafarme, de quitarme el cinturón y ayudarla, pero pareciera que mi cuerpo no reacciona ante aquello.

—Cariño... —susurro, tratando de tomar su mano.

—Lo... lo siento —responde con dificultad —. Lo siento tanto.

—No hables, por favor.

Niega con la cabeza, tratando de tomar mi mano, como si quisiera decirme algo.

Vuelvo a tratar de quitarme el cinturón, pero éste no cede a tal acción. Mi desespero sobrepasa, quiero ayudarla, protegerla, pero nada de eso pasa. Sus ojos se cierran, no soporta el dolor, lo veo en su mirada porque ésta se va apagando. Entreabre los labios y vuelve a susurrar:

—Te amo.

Entonces... despierto.



PERVERSOS 3° ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora