Capítulo 3

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Charlotte Harrison

Me sobresalto al escuchar su voz, Farid sonríe y me suelta en cuanto ve a la mujer frente a nosotros. Giro sobre mi eje sintiendo una punzada de culpa, porque sé de quién se trata perfectamente. Volteo la mirada hacia Leister quien se encuentra sonriendo burlón, y yo me pregunto: ¡¿Que mierda hace aquí mi madre?!

—Mami, no sabía que estabas aquí —es lo único que sale de mis labios.

—Señora Harrison, mucho gusto —interrumpe el hombre detrás de mí caminando hacia mi madre —. Farid Leister.

Estrecha su mano hacia ella, y ésta la toma dudosa pero firme.

—Bueno, creo que ya se conocieron —la voz de Neron aparece, y pareciera que me dan una bofetada.

—Un gusto Farid Leister —responde mi madre por cortesía. Claramente está molesta —Hija, no me habías dicho que en tu apartamento había un nuevo inquilino.

Escudriño con la mirada a Neron que nos observa divertido. Farid agacha el rostro para no soltar la carcajada frente a mi madre, estando seguramente consciente de que también es por su culpa.

—Te lo iba a decir —respondo acercándome a ella dejándole un beso en la mejilla.

—La vergüenza que tuve que pasar...

—Descuide señora, Declan no muerde —le dice Farid.

Lo golpeo en el hombro para que guarde silencio. Mi madre no le hace mala cara, al contrario, esboza una media sonrisa dispuesta a reírse, pero conociéndola sé que no lo hará. Quiere mostrarse firme ante el hombre que pronto será mi marido y ella ni siquiera está enterada de ello.

—¿Que te trae por acá madre? —le pregunto, tomándola del antebrazo, caminando con ella hacia el coche.

Me mira a los ojos, suspira y yo simplemente le hago un gesto.

—Tenemos que hablar.

Asiento. Camino con ella buscando el coche de Neron, quien se queda distrayendo a Farid. Para cuando llegamos, me recargo en el capó del coche y mi madre se posiciona frente a mí. Va vestida con ropa formal y gabardina mitigando el frío que ahora hace.

—¿Y bien? —pregunto.

—¿Qué pasa con tu vida? —me reprocha —. ¡Te divorcias, y ahora me enteró que te casaras!

—Lo dices como si fuera un delito —me defiendo.

—No digo que lo sea, solo que no ha pasado el tiempo suficiente como para volver a casarte...

—Oliver y yo terminamos bien madre, así que no necesito de la aprobación de nadie para casarme nuevamente. Además, ¿quien te lo dijo? Tu no...

Suelto con pesadez un suspiro al voltear a ver a mi hermano, sonriente con mi prometido.

—Neron —digo.

—Si, fue él. Pobre de Oliver...

—Deja de defenderlo madre. Sé que hice las cosas mal, pero ya estábamos forzando la relación.

—¿Él o tú Charlotte?

—¡Suficiente! —espeto con fuerza —. Siempre lo defiendes, y no tengo dudas del porque, pero yo soy tu hija no él.

Me altero, el coraje me arrasa con fuerza en el cuerpo entero y las manos comienzan a picarme. Entiendo que haya querido a Oliver como un hijo, pero no es justo que conmigo no se compadezca ni un poco, que piense que la culpable de todo fui yo cuando... cuando...

PERVERSOS 3° ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora