Capítulo 1

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Farid Leister

Mis dedos recorren su cintura, sus movimientos me enloquecen, y los gemidos de su boca a la mía se funden en un beso que se vuelve apasionado, necesitado. Cierro los ojos, pero me ordena que los abra para que la mire a los suyos y son mi perdición, un par de ojos marrón. Me dejo llevar impidiendo a toda costa llegar al éxtasis que su cuerpo me provoca. Es sensual, y voluminosa. Tiene los atributos que cualquier hombre con mis gustos quisiera tener a su disposición y es mía, solamente mía.

—¿Así le gusta, señor Leister? —dice, balanceándose en círculos sobre mi miembro erecto.

—Joder, si cariño, no pares —le ordeno.

Le azoto los glúteos, suelta un gemido y me apodero de su boca besándola.

—No aguantaré —dice jadeando —, me quiero correr...

—Hazlo, córrete y damelo en la boca.

Su cuerpo se tensa, igualando el mío. Agacha la cabeza sin dejar de montarme, pegando sus labios a los míos, liberándose en segundos ejerciendo el mismo efecto en mí corriéndome dentro de ella.

Mi cuerpo se relaja, al igual que el de ella. Eleva su cuerpo permitiendome salir y se echa a un lado de mi en la cama. La tomo de la cintura arrastrandola a mis brazos en la posición de cucharita. Le restrego la entrepierna en los glúteos y suelta un suspiro al sentir mi miembro en estos.

—Creo que nunca me cansaré de esto —le digo, cuando las imágenes de un niño igual a mi se cruzan en mi mente.

Acurruco la cara en su cuello, aspirando el aroma de su loción y el sexo. Me aferro a su cintura, a su cuerpo desnudo y vuelven mis ganas de follar a mi mujer, a mi futura esposa. Ríe cuando le hago cosquillas en el cuello con mi casta barba. Se escabulle de mis brazos dándose la media vuelta para posarse frente a mi. Me acaricia el mentón, y ese simple acto hace que me ponga nervioso, provocándome un cosquilleo en el cuerpo entero cuando me toca. Le sonrío.

—Entonces... ¿Qué te parece una fiesta? —vuelve a insistir con lo mismo.

Suelto un bufido.

Vuelvo a observar su cuerpo desnudo, sobre todo el vientre. Han pasado tres semanas después de la noticia que me ha dado. La mejor noticia que alguien me ha dado. Desde chicos nos enseñaron la importancia que es la familia, algo que Brandon no termina de comprender, y ahora estoy a punto de formar la mía con ésta mujer, con mi mujer.

—No lo sé, podría ser —le respondo.

Charlotte es insistente, y no se me olvida la forma en la que el rostro se le iluminó cuando le dije cuando cumplía años; en el mes de noviembre.

—Anda, podríamos invitar a tus amigos, a los míos y a tus padres, también podría invitar a mis padres y... —guarda silencio.

—¿Qué sucede? —pregunto curioso al ver cómo su rostro se vuelve serio.

—No se como se lo tomaran mis padres —dice, soltándose de mis brazos, levantándose de la cama y caminando al baño.

Escucho la regadera después de unos minutos, y aunque quisiera meterme con ella, opto por seguir durmiendo otro rato. Estoy cansado, estos últimos días después de saber sobre su embarazo, han sido cansados y no tengo idea de porque lo son. Para ser sincero me siento feliz, lleno y completo ahora que sé, será mi mujer y tendremos hijos y... Un vago recuerdo se cuela en mi pensamiento. y es una de las últimas conversaciones que tuve con Amanda...

—Quiero hijos —dijo, mirándome con ojos llenos de amor —, que sean tres.

Desecho el pensamiento, no quiero tener a nadie más en mi pensamiento que no sea Charlotte. Me tiene mal, la amo como no tiene una puta idea, y tenerla en mi cama a diario se convertirá en un privilegio para mi. Me quedo dormido por unos minutos, y digo unos minutos porque Charlotte me despierta depositando castos besos en mi espalda. Sonrío sin abrir los ojos. Despertar con su desnudez por las mañanas hace que no me arrepienta de nada.

PERVERSOS 3° ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora